Nadie se sube a un coche e imagina que morirá ahogado mientras conduce por su pueblo. Nadie barre su cocina pensando que al día siguiente necesitará una excavadora para sacar el barro. Desde hace dos semanas, es la auténtica pesadilla en la que se han visto sumidos más de 100.000 hogares de la región de Valencia, en el sureste de España, afectados por las torrenciales lluvias de los días 29 y 30 de octubre de 2024.
Muchos de nosotros quedamos marcados por las imágenes surrealistas de esas marañas de coches en las calles arrasadas por la lluvia. Y luego, un día persiguiendo al otro, seguimos adelante.
En España, sin embargo, nada ha vuelto a la normalidad. Al final de la semana, el saldo de estas lluvias excepcionales ascendía a 224 muertos y 16 desaparecidos. El gobierno español ha anunciado cerca de 15 mil millones de euros en medidas de emergencia para satisfacer las necesidades iniciales de las víctimas del desastre. Sin ocultar que la nota final sería mucho mayor. Las compañías de seguros ya han registrado 196.000 reclamaciones de indemnización, 60.000 de vivienda, 110.000 de vehículos…
“Estamos mejor, pero no estamos bien”
Tras el asombro de los primeros días, los vecinos vivieron una mezcla caótica de manifestaciones de solidaridad, actos de saqueo y riesgos para la salud. Muchos lo perdieron todo menos la vida. A pesar del restablecimiento gradual del suministro eléctrico y de las principales rutas de tráfico, las heridas están lejos de sanar.
La ansiedad se apoderó de mí. “Estamos mejor, pero no estamos bien” resumió un funcionario electoAgencia France Presse. Crece la ira contra las autoridades públicas que han reconocido “errores” en la gestión de alertas y envío de ayuda.
Sabemos que la costa mediterránea está muy expuesta a las violentas lluvias derivadas de la “gota fría”. También sabemos que es muy artificial: 500.000 personas viven en zonas inundables en la Comunidad Valenciana. ¿Pero ya nos hemos olvidado de las lluvias torrenciales que azotaron Alemania y Bélgica en julio de 2021 (más de 200 muertos)? En Francia, tras la violenta sequía del verano de 2023, el noreste, el centro y Borgoña sufrieron a su vez graves inundaciones.
“Las calamidades climáticas son nuestra nueva realidad. Y no estamos a la altura”, subrayó el 7 de noviembre el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, cuando los científicos acababan de anunciar que el año 2024 pasaría a la historia como el más caluroso jamás registrado.
Mientras en Bakú la comunidad internacional se esfuerza por llegar a un acuerdo sobre la financiación que se proporcionará a los países en desarrollo para ayudarles a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse al cambio climático, es importante permanecer atentos al drama que viven los españoles. ¿Estamos mejor preparados que ellos? Probablemente no. Formamos a los niños en las escuelas para afrontar los riesgos de incendio o ataque. ¿Cuándo se realizarán los ejercicios de alerta por “inundaciones por lluvia” para toda la población?
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