Desde hace varios meses, y debido al contexto geopolítico desde el atentado del 7 de octubre de 2023, la presencia de Israel en las competiciones deportivas europeas está en entredicho. Algunos se preguntan a menudo por qué los equipos y clubes nacionales del Estado judío están afiliados a federaciones europeas, lo que no tiene ninguna justificación geográfica.
En el fútbol, Israel formó parte por primera vez de la Confederación Asiática (AFC) desde 1956. El país también ganó la Copa Asiática de Naciones, que tuvo lugar en su territorio, en 1964. Pero las tensiones ya hacían que la presencia de Israel fuera cuestionable para algunos de sus adversarios, como como Egipto, Indonesia y Sudán que se negaron a jugar contra la selección israelí. Otro ejemplo notable: el país estuvo a punto de disputar el Mundial de Suecia de 1958… sin haber disputado un solo partido. Pero las autoridades decidieron cambiar las cosas organizando un repechaje contra Gales, que perdió ante los israelíes.
Después de boicots y tensiones deportivas, la Guerra de los Seis Días de 1967, que enfrentó a Israel contra Siria, Egipto, Líbano, Irak y Jordania, fue la gota que colmó el vaso. Israel fue finalmente excluido de la confederación asiática tras una petición de Kuwait aprobada por votación (17 a favor, 13 en contra y 6 abstenciones). Entonces comenzaron 20 años de deambular. Israel no logra entrar en ninguna de las confederaciones y, por lo tanto, se encuentra jugando a veces en la zona de Europa, a veces en la zona de Oceanía.
En los años 90, los clubes israelíes participaban regularmente en campeonatos europeos, como el Maccabi Tel-Aviv, que participó en la Liga de Campeones en 1992. Dos años más tarde, en 1994, Israel se unió oficialmente a la UEFA. Esta integración en los deportes europeos se produjo mucho antes en otros deportes. En baloncesto, por ejemplo, el país está afiliado al campeonato europeo FIBA desde 1953.
“Estar aislado del deporte es ser condenado al ostracismo por las naciones”
Pero ¿durará esta situación? Cada vez se producen más boicots y manifestaciones durante las competiciones, como durante los Juegos Olímpicos de París 2024, donde algunos, como Irán, pidieron la exclusión de los atletas israelíes. Recientemente, Palestina solicitó una “exclusión inmediata” a la FIFA, que finalmente decidió, en octubre, no sancionar a Israel pese al aumento de las tensiones en Oriente Medio.
Una situación “compleja” según Jean-Baptiste Guégan, geopolítico deportivo, que marca la diferencia con la situación vivida por Rusia, obligada a abandonar las competiciones europeas. Para Israel, “no estar presente en los campeonatos sería una mayor degradación de esta imagen nacional, que estaría asociada a condenas políticas y civiles. Para Israel, el deporte es un medio de visibilidad, de orgullo al servicio de la historia nacional”. Dejarlo de lado sería un duro golpe para el Estado judío. “Estar aislado del deporte internacional, como lo ha demostrado Rusia, es también ser condenado al ostracismo por las naciones, y es una condena política, deportiva y moral”, concluye Jean-Baptiste Guégan.
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