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Inundaciones en España: ¿está Europa preparada para el aumento de desastres climáticos relacionados con el agua?

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Entrevista

12 de noviembre de 2024

El 19 de octubre de 2024, la región de Valencia en España se vio afectada por una inundación masiva que mató a varios cientos de personas y provocó pérdidas económicas considerables. Un auténtico trauma para España, que no parecía preparada para semejante desastre natural, y que despertó el enfado de la población hacia sus dirigentes locales y nacionales. Este trágico acontecimiento pone en duda la capacidad de Europa, en particular del Mediterráneo, para hacer frente al cambio climático. ¿Podrían las autoridades españolas haber anticipado mejor el mal tiempo? ¿Deberíamos esperar el surgimiento de conflictos relacionados con el agua en Europa? ¿Cómo se preparan los ejércitos para el estrés hídrico? Actualización con Éléonore Duffau, investigadora de IRIS en el programa Clima, Energía y Seguridad, donde se especializa en cuestiones estratégicas y de seguridad vinculadas al cambio climático.

Varios cientos de personas han muerto tras las inundaciones masivas en la región de Valencia, España. ¿Podría esta región esperar tal desastre? ¿Cómo podemos entender la magnitud del desastre y la tragedia humana?

Se deben tener en cuenta varios elementos ambientales, climáticos y políticos para comprender la magnitud de este desastre. Por un lado, la costa mediterránea española, y en particular la región valenciana, experimenta periódicamente el fenómeno meteorológico de la “gota fría”, una depresión aislada a gran altura que puede provocar lluvias repentinas y extremadamente violentas, a veces durante varios días. Esta depresión aislada encontró vientos muy cargados de humedad procedentes de la costa oriental del Mediterráneo, lo que provocó la formación de tormentas con aguaceros torrenciales en el Mediterráneo. Estos chubascos se vieron reforzados por una humedad del aire muy elevada, que puede explicarse por el aumento de la temperatura del aire en el Mediterráneo. Así, el cambio climático acentuó la magnitud de esta gota fría, que fue extremadamente violenta y que tomó por sorpresa a vecinos y autoridades.

También debemos enfatizar la responsabilidad humana en este desastre, con, por un lado, la exacerbación de las vulnerabilidades climáticas a través de políticas de planificación del uso de la tierra y, por otro, una falta de capacidad de respuesta y coordinación en las políticas de gestión de crisis. En primer lugar, la concentración de población y la urbanización de las costas mediterráneas suponen una vulnerabilidad adicional para los residentes ante fenómenos meteorológicos extremos. La urbanización masiva (casi el 40% del litoral está construido) agrava las consecuencias de las precipitaciones extremas, en particular debido a la artificialización de los suelos, que ralentiza la capacidad de absorción de agua del suelo, e intensifica los fenómenos de escorrentía. En la costa española, muy urbanizada y por tanto muy artificial, los suelos también se han secado en los últimos años por las sequías, lo que aumenta su impermeabilidad. Por último, 500.000 personas viven en zonas inundables en la región de Valencia, lo que ilustra una falta de consideración de los riesgos asociados a los fenómenos meteorológicos. Por lo tanto, debemos repensar la planificación del uso del suelo para garantizar la resiliencia de las sociedades frente a estos crecientes fenómenos climáticos.

Finalmente, los dramáticos resultados de estas inundaciones ponen en duda los mecanismos de gestión de crisis adoptados por la comunidad autónoma de Valencia y el gobierno español. Las alertas emitidas por el Instituto Meteorológico Español no fueron tomadas en serio por el Gobierno regional, que tardó en alertar a los vecinos y movilizar las unidades militares de emergencia (UME). Por lo tanto, estas fallas pusieron en peligro la vida de muchas personas. Además, las personas han adoptado conductas de riesgo como intentar sacar el coche de un garaje. Expertos destacan la falta de percepción de riesgo por parte de autoridades y vecinos. Por lo tanto, es fundamental desarrollar una cultura del riesgo entre las poblaciones para que todos comprendan las acciones que deben adoptar para protegerse a sí mismos y a los demás en caso de inundaciones y, más ampliamente, en caso de desastres climáticos. Finalmente, la catástrofe puso de relieve las tensiones vinculadas a la distribución de poderes entre los niveles de gobierno español: el Estado federal y las comunidades autónomas, y entre los partidos en el poder en estos niveles (Partido Socialista Obrero Español a nivel federal, y Partido Popular en la Comunidad Valenciana). Según algunos observadores, la magnitud de este desastre muestra que el modelo de Estado autónomo español no está adaptado para hacer frente a este tipo de emergencias.

La familia real española, al visitar el lugar del desastre, sufrió las invectivas de la población. ¿Hasta qué punto los desastres hídricos relacionados con el cambio climático pueden ser una fuente de tensión o conflicto?

El potencial conflictivo del agua es un tema creciente dentro de los análisis geoestratégicos, teniendo en cuenta el cambio climático y la escasez del recurso. Los recursos hídricos pueden definirse como una prioridad y, por tanto, el estrés hídrico como un importante riesgo para la seguridad. Sin embargo, incluso si las guerras por el agua parecen particularmente predominantes en el análisis de la intersección entre los conflictos y el agua, muchos investigadores matizan estos significados y ofrecen una narrativa menos alarmista. Por lo tanto, es muy poco probable que las guerras interestatales convencionales sean desencadenadas por la escasez de agua en el sur de Europa, particularmente gracias al marco regulatorio y político europeo. Sin embargo, el recurso es fuente de tensiones a nivel local, en cuanto a su apropiación, gestión o explotación.

Los conflictos de uso en torno a los recursos hídricos en el sur de Europa fueron mencionados entre 2000 y 2024 por el Observatorio de Defensa y Clima como parte de la nueva nota sobre las cuestiones de seguridad del estrés hídrico. Esta recopilación de datos muestra un aumento de este tipo de conflictos en frecuencia e intensidad en el sur de Europa entre 2000 y 2024, particularmente en Francia, en relación con las cuencas destinadas a la agricultura. En España, las numerosas presas y los intentos de trasvase de agua parecen estar en el centro de los conflictos relacionados con los recursos hídricos. Por ejemplo, el proyecto de trasvase de agua del Tajo al Segura es un importante foco de tensión. Este ambicioso proyecto de ingeniería que data de la década de 1980 fue diseñado para transportar agua desde el río Tajo en el centro de España hasta el río Segura en el sureste y ha dado lugar a continuas disputas entre regiones sobre los derechos del agua, los impactos ambientales y las consecuencias económicas de tal proyecto. transferir. En concreto, la Región de Murcia necesita cantidades adicionales de agua para cubrir las necesidades del sector turístico regional, lo que contrasta con la Región de Castilla-la Mancha, que preferiría evitar el trasvase de agua para dedicarla a usos agrícolas. . Por último, las represas suelen ser denunciadas durante las manifestaciones por su impacto negativo en el medio ambiente y los ecosistemas acuáticos. Estas manifestaciones pueden provocar una fuerte represión policial, como en octubre de 2012 en Aragón, durante una concentración de ecologistas y vecinos de la localidad de Artieda, que se arriesgaban a la expropiación de sus tierras por el aumento del tamaño de un depósito de agua.

El Observatorio de Defensa y Clima publica un informe sobre el estrés hídrico en Europa y cómo se están preparando los ejércitos para afrontarlo. ¿Han integrado ya los ejércitos europeos la cuestión del agua en su doctrina?

Las fuerzas armadas europeas en la costa mediterránea están teniendo poco a poco en cuenta las cuestiones relacionadas con el estrés hídrico. En Francia, el Ministerio de las Fuerzas Armadas, por ejemplo, ha adoptado una estrategia ministerial sobre el agua, cuyo objetivo es proteger los recursos hídricos y anticipar las perturbaciones en el ciclo del agua para la salud, las misiones, la infraestructura y el equipamiento de las fuerzas armadas. Sin embargo, el grado de integración por parte de los ejércitos franceses de las cuestiones relacionadas con los recursos hídricos varía entre las operaciones exteriores (OPEX) y las actividades que tienen lugar en el territorio nacional. En el primer caso, la gestión del agua ya está avanzada, gracias a la experiencia adquirida en las zonas de proyección militar francesas sujetas a condiciones medioambientales y hídricas más difíciles (Sahel, Afganistán, Rumanía, Líbano, etc.). En el territorio nacional, los ejércitos franceses desempeñan especialmente un papel clave a la hora de responder a situaciones de crisis hídrica, en el contexto de sequías, inundaciones o incendios. Los objetivos definidos en la estrategia del agua permitirán comprender mejor los usos del agua por parte de las Fuerzas Armadas y, por tanto, estudiar el margen de maniobra para reducir las extracciones.

Así, los ejércitos franceses, pero también los italianos, españoles o portugueses, han adoptado estrategias militares estructurales y holísticas para las cuestiones del agua a través de políticas para mejorar las infraestructuras y reducir las extracciones y el consumo de agua. En Italia, por ejemplo, el ejército ha implementado un sistema para medir y monitorear el consumo de agua de los derechos de paso y una estrategia para el uso racional de los recursos hídricos disponibles. Asimismo, el ministerio lanzó el proyecto Cuartel Verde en 2019 para renovar la infraestructura hídrica y energética de 26 cuarteles. El Ministerio de Defensa español también ha desarrollado un plan para la prevención y remediación de terrenos contaminados en emplazamientos militares, que integra cuestiones relacionadas con las aguas superficiales y subterráneas. En Portugal, los objetivos atestiguan la voluntad de transformar las prácticas en el Ministerio de Defensa, mediante el refuerzo de los controles de contaminantes o la reutilización de las aguas residuales tratadas, llegando hasta el 50% para determinadas bases.

Sin embargo, otros países, como Eslovenia, adhieren a una visión menos transformadora y más tecnocéntrica y reactiva ante estos temas. Finalmente, Grecia constituye un caso especial, porque hay poca información sobre la gestión del agua dentro del ejército. Paradójicamente, Grecia vive una situación crítica en cuanto a la disponibilidad del recurso, pero en 2016 tuvo la iniciativa de una cooperación militar prometedora y relativamente vanguardista en materia de gestión del agua titulada Campamento de agua azul inteligente. Si la cooperación es común en la gobernanza del agua, es menos común en el ámbito militar, particularmente en el contexto de OPEX, donde prevalece el deseo de mantener la autonomía logística.

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