El incendio de la iglesia y de varios edificios religiosos de Saint-Louis se considera uno de los acontecimientos significativos de los abusos que comenzaron el 13 de mayo en Nueva Caledonia. El fiscal Yves Dupas indica en un comunicado enviado este domingo que la fiscalía abrió el viernes una investigación judicial por estos hechos cometidos entre el 10 y el 16 de julio. La investigación llevada a cabo por la sección de investigación de la gendarmería de Numea dio como resultado la acusación de tres hombres, originarios de la tribu Saint-Louis y ya encarcelados por otros actos de carácter delictivo, en particular intentos de asesinato de agentes de policía y robos de vehículos. Las tres personas fueron acusadas de daños intencionales a la propiedad mediante incendio, delito punible con 10 años de prisión.
Al finalizar su procesamiento, los tres presuntos autores fueron devueltos al centro de prisión preventiva, en virtud de la orden de prisión preventiva ya dictada contra ellos en otro procedimiento penal. La investigación continúa bajo la autoridad del juez de instrucción con el fin de identificar y detener a los coautores o cómplices.
Monjas exfiltradas por el GIGN
Recordemos que el 2 de julio, Rock Wamytan, conocido como Banane, y varios asociados decidieron ocupar el priorato, después de haber expulsado a los guardias del presbiterio, “llegando incluso a llevar sotana en el recinto”, especifica el fiscal. El 7 de julio, Banane atacó a dos monjas y a miembros de la parroquia, amenazándolos y ordenándoles que abandonaran el local. Finalmente, las religiosas serán exfiltradas por el GIGN, en un contexto de graves amenazas a su integridad física. El primer edificio, la casa de acogida donde vivían las monjas, fue incendiado el 10 de julio, pocas horas después de la muerte de Rock Wamytan por el fuego de respuesta durante un enfrentamiento armado con los gendarmes, indica Yves Dupas.
Uno de los acusados admitió haber prendido fuego a varios colchones en esta casa de acogida para “limpiar” y así hacer desaparecer los rastros de sangre de su amigo Banana. Un testigo precisó que, según la costumbre, “Ya no deberíamos ver la sangre, porque los espíritus malignos podrían venir y absorberla, y así causar otras muertes”. Los días 12 y 13 de julio se quemaron otros locales, al igual que la iglesia el 16 de julio.
Los otros dos imputados negaron haber participado en el inicio del incendio, aunque uno de ellos admitió estar presente en el lugar en el momento de los hechos.
Otros edificios religiosos también fueron quemados entre el 10 y el 16 de julio. Foto RD
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