En Francia, la bicicleta se está volviendo más segura gracias a los nuevos avances. Pero todavía queda un camino por recorrer para encontrar un lugar real en la carretera. Un debate reavivado por un trágico accidente…
En Francia, el ciclismo está en auge. Sin embargo, andar en bicicleta con total tranquilidad sigue siendo un desafío, especialmente fuera de las grandes ciudades. En 2023, 226 ciclistas perdieron la vida en las carreteras, principalmente en zonas rurales o periurbanas. Un trágico accidente ocurrido en octubre en París, que costó la vida a un activista ciclista, ha reavivado el debate sobre el lugar que se debe dar a las bicicletas frente a un tráfico automovilístico a menudo apresurado y peligroso.
Esta semana se celebraron en Vannes reuniones nacionales sobre “Ciclismo y Territorios”, que reunieron a comunidades pioneras en materia de desarrollo ciclista. Si las vías se han multiplicado con la pandemia de Covid, sólo El 3,9% de la vasta red de carreteras francesa. es adecuado para bicicletas según la Federación Europea de Ciclistas. Esto está lejos del 26,9% de los Países Bajos, un verdadero paraíso para los ciclistas, o incluso del 6,3% de Hungría.
Asegurar la práctica, un desafío multifacético
En la ciudad, el desafío es instalar carriles bici y eliminar el tráfico, preservando al mismo tiempo el acceso para los residentes locales. Pero es fuera de las ciudades donde el desafío es mayor. Lo ideal sería crear carriles completamente separados de la carretera, pero como explica Fanny Bellanger, de la Federación de Usuarios de Bicicletas, “Es muy caro y lleva mucho tiempo configurarlo.“.
Las carreteras existentes tampoco son lo suficientemente seguras y los coches rozan peligrosamente a los ciclistas. Para juzgar la calidad de un itinerario, un buen criterio según el experto es preguntarse: “¿Dejaría que un niño de diez años hiciera este viaje solo?“.
Soluciones innovadoras pero falta de recursos
Algunas comunidades están probando soluciones inventivas. En la Mancha, se han reservado dos tramos de carreteras departamentales poco transitadas para movilidad suave. Una transformación económica (1.500 euros/km) pero eficaz según los comentarios iniciales, aunque suscitó reticencias iniciales entre algunos cargos electos.
En Vendée, lo que se ha favorecido es compartir la carretera entre ciclistas y automovilistas. Una cornisa protege ahora a las bicicletas en un carril, mientras que los coches están regulados por una luz en el otro carril. Una solución inicialmente cuestionada pero ahora aceptada: la pista se utiliza durante la semana para ir al trabajo y los fines de semana para el ocio.
Pero en muchos lugares, como Sarrebourg en Mosela, todavía queda todo por hacer. Los ciclistas son raros y los bloqueos persisten, como explica un funcionario local: “Tenemos una generación de funcionarios electos que no conocen la bicicleta.“. Sin embargo, los franceses son en gran medida 68% a favor de fortalecer las inversiones públicas a favor de la bicicleta, según una encuesta reciente, aunque existen divergencias según la edad y la categoría socioprofesional.
En cuanto al “plan bicicleta” que ayuda a financiar estas promociones, el gobierno ha decidido reducir su presupuesto para 2024. Una decisión “inaceptable” para cerca de 90 comunidades.
En carta abierta denuncian la supresión de lo que consideran un “política pública prometedora, eficaz y necesaria“. Aún queda un largo camino por recorrer para que los ciclistas encuentren plenamente su lugar en las carreteras de Francia. Pero gracias a territorios pioneros y a una opinión pública cada vez más favorable, el ciclismo sigue avanzando con pequeñas pedaladas.
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