Se suponía que sería una votación reñida como nunca antes y de alto riesgo, posiblemente empañada por irregularidades. Barack Obama incluso recomendó paciencia a los estadounidenses, en el probable caso de un resultado final tardío, como en 2020. Pero nada de esto sucedió…
Poco después de las 11:30 horas -hora de París- de este miércoles, cuando finalizaba el recuento de votos en Wisconsin, Donald Trump se convertía en el 47mi Presidente de los Estados Unidos de América. Claramente por delante de su rival en el número de votos obtenidos de los electores, el candidato republicano también resultó mejor elegido en 2024 que en 2016, ya que esta vez ganó la consulta popular, en un contexto de alta participación.
Por lo tanto, su victoria es indiscutible, el proceso electoral que criticó duramente funcionó perfectamente y, en consecuencia, se expresó la democracia. ¿Pero de qué democracia estamos hablando?
Un modelo se derrumba, y con él una cierta idea de América –la de George Washington o después de la Segunda Guerra– en la que Donald Trump nunca habría obtenido una segunda oportunidad para acceder al cargo supremo, sino que luego languidecería en el basurero de la Historia. .
“Todo está perdonado”, parecen declarar a los votantes republicanos, conservadores, nacionalistas, conspiracionistas, aislacionistas o simplemente cansados del alto coste de la vida y de la inflación, que han encontrado en este personaje impredecible un héroe y una esperanza en los desvaríos, los insultos o las discursos de venta que han servido como programa…
La victoria de Donald Trump es también la amarga derrota del campo demócrata que, cuando llegue el momento, tendrá que hacer su propia autocrítica. La mentira estatal sobre la salud de Joe Biden, su obstinación en presentarse a un segundo mandato, la entrada tardía en campaña de un doble pálido cuya imagen y discurso nunca han sido impresos, son todas razones que llevaron a los votantes indecisos a dar la espalda a un histórico Vota a favor del primer presidente de Estados Unidos.
En este país que cree en Dios, Smith & Wesson, miramos la paja en el ojo de Kamala Harris e ignoramos el rayo en el de Donald Trump.
Como afectados por la amnesia, los votantes estadounidenses han olvidado las graves sospechas que pesan sobre el multimillonario en relación con el golpe de Estado fallido de enero de 2021. Ignoraron los excesos misóginos, racistas o populistas pronunciados durante una campaña que histérica deliberadamente, negando así la ideal progresista que Estados Unidos ha mostrado durante mucho tiempo en el mundo.
Esta renuncia culpable que preocupa a Europa debería señalarnos el estado de deterioro de las democracias modernas…
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