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Crisis política en torno al reclutamiento de los ultraortodoxos y el despido de Yoav Gallant, e implicaciones para el Líbano

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El 5 de noviembre de 2024, Israel sufrió un importante shock político con la destitución de Yoav Gallant, Ministro de Defensa, por parte del Primer Ministro Benjamín Netanyahu. Este despido, que se produce en un contexto de intensa guerra con Hamás en la Franja de Gaza y tensión a lo largo de la frontera norte con el Líbano, pone de relieve las diferencias estratégicas dentro del gobierno israelí. Más allá del impacto interno de esta decisión, la posición de Gallant sobre el Líbano divergió en algunos puntos clave de la línea de Netanyahu, lo que podría afectar la estabilidad regional y las relaciones de poder en la frontera libanesa.

Tensiones internas y repercusiones internacionales

La decisión de destituir a Gallant se produce cuando Israel enfrenta presión militar en varios frentes. Si la cuestión del reclutamiento de los ultraortodoxos está en el centro de esta crisis política, también pone de relieve las diferencias de opiniones dentro del gobierno sobre la gestión de la guerra. Gallant, conocido por su postura de seguridad más pragmática, a menudo ha adoptado una línea menos intransigente que Netanyahu en su estrategia de disuasión hacia el Líbano, donde Hezbollah representa una amenaza cada vez más significativa.

La posición de Gallant sobre el Líbano: pragmatismo y disuasión

Como ministro de Defensa, Gallant se distinguió por un enfoque que, si bien se mantuvo firme, pretendía evitar una escalada inmediata con Hezbolá. Según fuentes militares israelíes, Gallant estaba a favor de medidas de disuasión selectivas y de una mayor preparación de las defensas israelíes en el norte, sin alentar grandes ataques preventivos. Por otro lado, Netanyahu ha mostrado en varias ocasiones su deseo de aumentar la presión sobre el Líbano movilizando la opinión internacional contra Hezbollah y aumentando el despliegue militar en la frontera.

Gallant pidió en particular una vigilancia estratégica a lo largo de la frontera norte sin desencadenar una confrontación directa. Su enfoque fue limitar las acciones ofensivas y al mismo tiempo fortalecer la infraestructura militar defensiva alrededor de la región fronteriza. Esta estrategia pretendía minimizar los riesgos de una escalada que pudiera obligar a Hezbollah a tomar represalias, sabiendo que la organización chiita podría aprovechar las tensiones regionales para intensificar sus operaciones contra Israel. Esta moderación en ocasiones ha estado en desacuerdo con la agenda más agresiva de Netanyahu, que insiste en una política de “tolerancia cero” frente a las amenazas percibidas de Hezbollah y la influencia de Irán en el Líbano.

El enfoque de Netanyahu: aumentar la presión sobre Hezbollah

Para Netanyahu, la cuestión libanesa no se limita únicamente a los cálculos de disuasión militar. Consciente de la creciente influencia de Irán en el Líbano a través de Hezbollah, Netanyahu ve el frente norte como una extensión del brazo de Teherán. Durante varios años, ha pedido una intensificación de la presión sobre Hezbollah, una posición que va más allá de simples cuestiones de seguridad inmediatas para Israel y afecta el equilibrio regional. Este posicionamiento se refleja en acciones y esfuerzos diplomáticos para alentar a Estados Unidos y otros aliados occidentales a adoptar una postura más firme hacia el Líbano.

La estrategia de Netanyahu se basa en la idea de que sólo una presión constante y una postura militar rígida pueden contener a Hezbollah. Recientemente, también ordenó una serie de maniobras militares en la frontera libanesa, apoyadas por un despliegue de drones ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento) para observar de cerca los movimientos de Hezbollah y fortalecer la presencia militar israelí. Gallant criticó este alineamiento militar en el norte de Israel, destinado a crear una línea de defensa anticipada, por sus riesgos de escalada.

Las consecuencias de la marcha de Gallant al Líbano

La destitución de Gallant y su sustitución por Israel Katz, que comparte una visión similar a la de Netanyahu, podría tener importantes repercusiones para el Líbano. Katz, ex ministro de Relaciones Exteriores, es conocido por sus duras posturas de seguridad y a menudo ha apoyado una línea dura contra las amenazas de Hezbolá. Su nombramiento podría marcar un punto de inflexión en la gestión del frente libanés, reforzando el enfoque proactivo y militarizado propugnado por Netanyahu.

Este cambio de estrategia podría aumentar la presión sobre el Líbano y reavivar las tensiones en la frontera norte. El Líbano, ya debilitado por crisis políticas y económicas internas, podría encontrarse en una situación más inestable si Israel adopta una postura cada vez más agresiva. Hezbollah, si bien busca evitar un conflicto importante, podría sentirse presionado a responder a las maniobras israelíes, que podrían desembocar en una confrontación militar. La sociedad civil libanesa, ya puesta a prueba por los conflictos internos y la crisis económica, podría encontrarse aún más vulnerable si la región estalla.

Una implicación más profunda del Líbano en el contexto regional

Con el cambio de ministro de Defensa en Israel, el papel del Líbano en las tensiones regionales podría volverse aún más central. Los analistas dicen que Katz, que apoya firmemente la línea de Netanyahu, puede estar más dispuesto a emprender operaciones preventivas contra Hezbollah, una estrategia que Gallant ha moderado hasta ahora. En este sentido, el nombramiento de Katz podría conducir a una redefinición de las prioridades de defensa israelíes, colocando al Líbano al frente de las preocupaciones de seguridad de Israel.

Este acontecimiento también significa que el Líbano podría ver una intensificación de la presión internacional para controlar la influencia de Hezbolá en su territorio. Netanyahu podría utilizar la medida para fortalecer los lazos de seguridad con aliados como Estados Unidos y Europa, subrayando la necesidad de una política de contención hacia Hezbollah. Esto podría resultar en sanciones más estrictas contra la organización, restricciones financieras más estrictas y una colaboración más estrecha con actores libaneses que se oponen a la influencia iraní.

Una situación delicada para la estabilidad del Líbano

Las implicaciones para el Líbano de este cambio en el liderazgo de la defensa israelí son numerosas. Por un lado, el surgimiento de una política de seguridad más proactiva en Israel podría dificultar los esfuerzos de mediación destinados a reducir las tensiones. La línea dura que Katz podría adoptar podría exacerbar el aislamiento de Hezbollah, pero también hacer que toda la región sea más frágil. Para el gobierno libanés, que busca mantener el equilibrio entre las diferentes facciones, este acontecimiento podría resultar desestabilizador, con un mayor riesgo de conflicto.

Por otro lado, la presencia de Katz podría significar una mayor presión para fortalecer al ejército libanés, como actor moderado y estabilizador contra Hezbollah. De hecho, las políticas de Netanyahu y Katz podrían incluir alentar al ejército libanés a asumir un papel más asertivo en el control fronterizo. Sin embargo, la capacidad del ejército libanés para contener a Hezbollah y prevenir posibles incursiones israelíes sigue siendo incierta, debido a sus recursos limitados y las divisiones internas dentro de la sociedad libanesa.

Conclusión: el futuro de las relaciones entre Israel y el Líbano está en juego

En conclusión, el despido de Yoav Gallant y su sustitución por Israel Katz marcan un punto de inflexión en la política de seguridad de Israel. Mientras Gallant favorecía un enfoque pragmático destinado a evitar una escalada militar, Katz, más cercano a las ideas de Netanyahu, podría adoptar una línea más dura, particularmente con respecto al Líbano. Este acontecimiento presagia una intensificación de las tensiones en la frontera norte y podría colocar al Líbano en el centro de las preocupaciones estratégicas israelíes en un contexto de mayor presión sobre Hezbolá y sus partidarios iraníes.

Para el Líbano, esta situación complica aún más los desafíos políticos y de seguridad que enfrenta, con un equilibrio ya precario entre facciones internas y un riesgo creciente de confrontación con Israel. Aún no está claro si esta política reforzada de Netanyahu y Katz ayudará a disuadir a Hezbollah o provocará una confrontación, pero la incertidumbre resultante es innegablemente una fuente de preocupación para la estabilidad regional.

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