Desde el lunes 4 de noviembre, los coches ya no pueden circular por el centro de París. La capital ha implementado una “zona de tráfico limitado” en los primeros cuatro distritos. Esto significa que los coches y otros vehículos motorizados ya no podrán pasar por esta zona, a menos que se detengan para una cita médica, dejen a alguien, hagan una compra o vivan en el barrio. Los autobuses, taxis y ambulancias no se ven afectados.
En Francia, Nantes y Grenoble tienen zonas similares, no se puede circular por determinadas calles sin tener un permiso para conducir allí, a riesgo de recibir una multa de hasta 135 euros.
Según un recuento realizado en 2019 por Ademe, la agencia de transición ecológica, había 238 zonas de tráfico limitado (ZTL) en ocho países europeos.
El que tiene más, con diferencia, es Italia, que tiene la abrumadora mayoría de zonas de tráfico limitado. El país fue pionero desde que apareció por primera vez en los años 1970. En aquel momento no se trataba de fomentar el uso del transporte público, sino de proteger el patrimonio histórico de los centros de las ciudades, como en Florencia o Siena. Pero a partir de la década de 1990, muchas ciudades siguieron su ejemplo. Hoy en día, las más grandes, Milán, Turín e incluso Roma, tienen zonas de tráfico limitado al menos a determinadas horas del día.
En otros lugares también existen, pero no son tan numerosos. Según el recuento realizado por Ademe hace unos años, podemos citar Barcelona en España y Salzburgo en Austria. Otras grandes ciudades son Gante en Bélgica y las capitales de Letonia y Eslovenia, Riga y Liubliana. Londres, por su parte, tiene un sistema ligeramente diferente para limitar el número de coches en la ciudad: existe un peaje urbano, bastante caro (un poco más de 18 euros al día) para los coches que entran en el centro de la ciudad.
Si miramos a Italia, donde ya existen zonas de tráfico limitado desde hace varias décadas, los resultados son bastante positivos. Esto es lo que muestra un estudio del Cerema, el centro de estudios y conocimientos medioambientales. Señala en particular que en estas ciudades más peatonales, los residentes utilizan menos automóviles y más transporte público, que generalmente va más rápido.
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