Crécy-la-Chapelle, la Venecia de Briard, vive una auténtica pesadilla. Después de La Ferté-Gaucher, Coulommiers y Pommeuse, le toca a la ciudad verse afectada por la inundación del Grand Morin. Las calles del centro de la ciudad están bajo el agua, los residentes han sido evacuados y los comercios cerrados. Una situación crítica que exaspera a los habitantes de Crécy, que se enfrentan a inundaciones cada vez más frecuentes…
Es una sensación de déjà vu que invade a los habitantes de Crécy-la-Chapelle este jueves 10 de octubre de 2024. La encantadora ciudad de Seine-et-Marne, apodada la Venecia de Briard por su red de canales, se encuentra en un Nuevo una vez con los pies en el agua. Después de las inundaciones que afectaron a La Ferté-Gaucher, Coulommiers y Pommeuse, no es de extrañar que sea el turno de Crécy-la-Chapelle de sufrir la crecida del Grand Morin, hinchado por las lluvias torrenciales de la tormenta Kirk.
Un centro urbano bajo el agua
A partir de las 15 horas, el corazón histórico de la ciudad se vio invadido por las olas. Las calles empedradas, habitualmente tan pintorescas, han dado paso a un paisaje de desolación acuática. Las tiendas y casas del centro vieron entrar el agua, lo que obligó a los residentes a refugiarse en las escaleras o abandonar sus casas. Una treintena de bomberos, apoyados por la gendarmería, acudieron a socorrer a las víctimas, realizando evacuaciones y ayudando a quienes intentaban salvar algunas pertenencias.
La exasperación de los vecinos
Para los crecianos, lo que domina es un sentimiento de exasperación y cansancio. Muchos están exasperados por estas repetidas inundaciones que perturban su vida cotidiana y causan daños importantes. David, residente del centro de la ciudad, testifica:
“Mi familia vive en Crécy desde hace generaciones. Recuerdo que cuando era pequeña alguien vino a recogerme en un barco. Aquí lo que cansa y cansa es el lado repetitivo. Este año ha habido varios episodios. Cada vez hay que empezar de nuevo con el seguro, la limpieza, etc.”
Los comerciantes también se ven muy afectados. Laurence, directora de la cueva de Crécy, confiesa su ansiedad:
“No es la Venecia Briard, es la pesadilla Briard. Espero escapar de la inundación como las últimas veces, pero no es un hecho”.
Solidaridad inquebrantable
A pesar de las dificultades, los habitantes de Crécy-la-Chapelle se muestran muy solidarios. Stéphanie, salvada por la crecida de las aguas, ofrece espontáneamente su ayuda:
“Vine a ofrecer mi ayuda y apoyar a los que están inundados. Les dije que podía acomodarlos, prepararles la cena o simplemente ir a tomar una ducha. Aquí estamos unidos”.
Una oleada de generosidad que calienta los corazones en esta atmósfera húmeda y lúgubre. El municipio abrió el ayuntamiento y la escuela primaria para acoger a los evacuados.
Una noche de angustia
Al caer la noche en Crécy-la-Chapelle, una vigilia de armas espera a los habitantes. Sumidas en la oscuridad por un corte de energía, las calles desiertas dan paso a una atmósfera casi irreal. Christine Autenzio, alcaldesa de la ciudad, no oculta su preocupación:
“Es crítico, dramático. Hemos activado el plan de salvaguarda municipal y nos estamos preparando para lo peor”.
Les espera una noche difícil a los Crécyens, que esperan febrilmente que el nivel del Grand Morin finalmente baje. Mientras tanto, es la ayuda mutua y la solidaridad las que tienen prioridad para afrontar juntos esta nueva prueba.
Crécy-la-Chapelle, la joya de Brie, definitivamente merece algo mejor que este triste estribillo de inundaciones. Sus habitantes, resilientes y unidos, esperan que se encuentren soluciones duraderas para que su Venecia no se hunda, con cada mal tiempo, en una pesadilla acuática.
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