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El Servicio Secreto quiere “redefinir” la protección de las personalidades

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yoEl director interino del Servicio Secreto, Ronald Rowe, anunció el viernes que quiere “redefinir” la forma en que el servicio protege a importantes figuras políticas estadounidenses para aprender todas las lecciones del fallido asesinato de Donald Trump en julio.

Horas antes, la Cámara de Representantes aprobó por unanimidad un proyecto de ley para asignar el mismo número de agentes del Servicio Secreto a los candidatos en las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, cinco días después de otro supuesto intento de asesinato a Donald Trump en su campo de golf de Florida (sureste).

En una conferencia de prensa, Ronald Rowe aseguró sin embargo que, desde el intento de asesinato contra el expresidente republicano durante una reunión en Butler, Pensilvania, el 13 de julio, el Servicio Secreto le había otorgado un dispositivo comparable al del presidente demócrata saliente Joe Biden.

“Un cambio de paradigma significativo”

“Estamos en un momento crucial en la historia del Servicio Secreto y de nuestro país”, dijo Ronald Rowe, quien ha sido director interino desde la renuncia el 23 de julio de la directora actual Kimberly Cheatle tras el fracaso de Butler. “Por eso he ordenado que el Servicio Secreto se embarque en un cambio de paradigma significativo que redefinirá la forma en que llevamos a cabo las operaciones de protección”, agregó.

Explicó que quería “un Servicio Secreto más ágil, capaz de elevar la protección de múltiples personas a los niveles más altos por periodos de tiempo indefinidos”, gracias en particular al mayor uso de la tecnología y a los cambios en su organización y sistemas de comunicación. “Pero para lograrlo, necesitamos personal, medios técnicos y equipamientos adicionales”, subrayó Ronald Rowe, pidiendo al Congreso que libere los fondos necesarios.

Por negligencia

La investigación interna sobre el fiasco de Butler, que está a punto de concluir, ha descubierto “fallas en la planificación y ejecución del Servicio Secreto”, dijo. “Si bien algunos de los miembros del equipo de reconocimiento fueron muy concienzudos, otros fueron negligentes”, dijo, sugiriendo que se tomarán medidas disciplinarias. Se detectaron algunos problemas con la línea de fuego, pero no se informó a la alta dirección.

Los críticos se centran en el hecho de que el tirador, Thomas Matthew Crooks, de 20 años, pudo tomar posición en el tejado de un edificio dentro del “perímetro exterior” de la operación, bajo la responsabilidad de la policía local, y abrir fuego antes de ser abatido a tiros por el Servicio Secreto.

Entre las lecciones que se pueden sacar del fiasco, Rowe citó “una falta de claridad” por parte del Servicio Secreto en su trato con la policía local y sus expectativas sobre ella, así como graves fallos en la comunicación de información.

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