Ciertamente, las últimas películas del maestro español no tienen la misma locura que hace veinte años. Aquí estamos lejos de las vorágine eufóricas y de los retorcidos relatos de todo sobre mi madre o Habla con ella.
Como si el cineasta, habiendo alcanzado la madurez, hubiera acabado prefiriendo la pureza al barroco, la seriedad a la vida. Limitándonos a su resumen, La habitación de al lado (León de Oro en el Festival de Venecia), en cines este miércoles 8 de enero de 2025, podría ostentar el rango de obra testamentaria: una mujer condenada por el cáncer (Tilda Swinton) pide a una vieja amiga (Julianne Moore) que la ayude a poner fin a su vida.
Pero bastan unos minutos de película para comprender que este último viaje será más bien una fuga solar llena de impulsos vitales que un réquiem oscuro.
Almodóvar deja sus maletas en Estados Unidos
Desde la primera escena, una firma en una librería (Moore es novelista), Nueva York adquiere colores leonados tomados tanto de una paleta almodovaria como de los melodramas americanos en tecnicolor de los años cuarenta.
El director no cruzó el océano en vano: las dos mujeres están filmadas en apartamentos altos, con un telón de fondo de rascacielos. La luz es dorada y, cuando nieva, en una casa sublime a la que van a retirarse en el bosque, los copos adquieren un aspecto mágico al son de las palabras de James Joyce.
Nada es fúnebre, y en su despedida de la vida, el personaje de Swinton (ex reportera de guerra) celebra todo lo que ama y se prepara para partir.
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Julianne Moore y Tilda Swinton, una complicidad evidente
El vigésimo cuarto largometraje de Almodóvar supera con creces el test de Bechdel (un indicador del sexismo en el cine, el test pretende evaluar la presencia de las mujeres en las películas, y su importancia en la historia): si los dos amigos hablan de un antiguo amante (John Turturro ), sus conversaciones se centran en el pasado, la filiación, la literatura, el placer, la enfermedad, la creación (magnífico hilo conductor de la película)… Sus palabras resuenan de manera preciosa y rara.
Entramos en esta feminidad benevolente, compleja y profunda. A veces las heroínas se hacen a un lado en beneficio de sus intérpretes, y es otra alegría que esta complicidad entre dos estrellas virtuosas del juego: la extraña y gélida belleza de Tilda Swinton frente al ardiente encanto de Julianne Moore.
No podemos soñar con un testimonio más hermoso (Pedro Almodóvar dice ser partidario de la eutanasia) sobre un tema que nunca ha sido tan debatido como en nuestro tiempo.
Tilda Swinton, Julianne Moore, John Turturro… El 8 de enero.
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