Nuestra reseña de La habitación de al lado, de Pedro Almodóvar: un cineasta bajo el bromuro

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CRÍTICA – Por sus 23mi Largometraje, pero el primero en inglés, Pedro Almodóvar presenta a dos intelectuales, uno de los cuales quiere acabar con su vida.

La muerte viste de Prada. A menos que sea Gucci o Saint Laurent. Allí nos perdemos. En Almodóvar, nos agonizamos por vestirnos de punta en blanco. Es tan elegante. Martha (Tilda Swinton) e Ingrid (Julianne Moore) no se ven desde hace mucho tiempo. Trabajaban en la misma revista. Uno era corresponsal de guerra; la otra se convirtió en una escritora de moda, una especie de Susan Sontag sin veta blanca.

Martha, que sufre de cáncer (los distintos protocolos no han dado resultado), le pide a Ingrid que esté a su lado cuando decide tomar la pastilla fatal que compró en la web oscura. Alquiló una casa en el campo. Cuando la puerta de su habitación esté cerrada, significará que ha cumplido el gesto definitivo. Arriba allí.

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Los dos intelectuales se dirigen a los alrededores de Woodstock. La villa es moderna, desinfectada. ¿Alguien ha vivido alguna vez en él? Maldita sea, la víctima olvidó la famosa pastilla en su apartamento de Manhattan. Ah, eso…

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