(Roberval) Ante el aumento de la inseguridad alimentaria, la ciudad de Roberval está trabajando para relanzar un comedor social. Pero el municipio se enfrenta a un obstáculo: no puede encontrar un local asequible para albergar el proyecto.
Publicado a las 12:00 a.m.
“No alquilaremos un espacio comercial por 2.000 dólares al mes para servir sopa durante dos horas, tres almuerzos por semana”, lamenta el alcalde de Roberval, Serge Bergeron, reunido en sus oficinas a mediados de diciembre.
Hace mucho tiempo que el municipio de Lac-Saint-Jean ofrece un comedor social a los más desfavorecidos. Pero en los últimos años se ha hecho evidente la necesidad de recuperar este servicio.
Con el aumento del coste de la vida, la población tiene cada vez más dificultades para llegar a fin de mes, observa el alcalde.
Coge las cestas navideñas. Cada año distribuimos el doble o el triple de cestas. Nos dijimos a nosotros mismos: “VVamos, hay mucha gente necesitada”.
Serge Bergeron, alcalde de Roberval
Para luchar contra la inseguridad alimentaria, la ciudad de Roberval quiere ofrecer una comida al día, tres veces por semana para empezar. “Podría extenderse a cinco días a la semana”, especifica el alcalde.
Todo está listo para lanzar el servicio. El municipio, que logró conseguir subvenciones, incluso esperaba iniciarlo el otoño pasado.
Pero el proyecto actualmente está bloqueado. “No encontramos ninguna premisa”, resume Serge Bergeron.
Esto se debe a que la ciudad también está pagando el precio de la crisis inmobiliaria. En Roberval, la tasa de desocupación es anémica: se situó en el 0% en 2022, según las últimas cifras de la Corporación Canadiense de Hipotecas y Vivienda.
Un rayo de esperanza: el alcalde iba a reunirse con el propietario de un posible local poco después de su entrevista con La prensa.
Desafíos de convivencia
En los últimos años, la ciudad de Roberval se ha enfrentado a un aumento del número de personas sin hogar en su territorio. Tanto es así que hace un año abrió un refugio para personas sin hogar, no lejos del centro de la ciudad.
La imagen es sorprendente: hasta el invierno pasado, el municipio nunca había necesitado tal recurso. Hoy está desbordado.
“Tenemos 12 camas y a veces tenemos que organizarnos para alojar a 15 personas”, ilustra Serge Bergeron.
También abrió sus puertas un centro de acogida para personas sin hogar en Alma y pronto se abrirá otro en la misma región, en Dolbeau-Mistassini.
“Antes no teníamos eso en nuestras ciudades pequeñas”, subraya Bergeron.
Durante su último censo, la ciudad de Roberval contó 26 personas sin hogar. Y espera que su número vuelva a aumentar este año.
La llegada de las personas sin hogar plantea desafíos a la convivencia, confía el alcalde, citando la aparición de campamentos improvisados y el caos. Los ciudadanos lo llaman para decirle que tienen miedo de salir a la calle por la noche.
El alcalde es sensible al sentimiento de inseguridad, aunque se esfuerza en luchar contra el estigma.
“Gente ebria en la calle gritando, eso asusta a la gente. Nuestra población es mayor, nunca habían visto eso”, explica el alcalde, que creó una unidad de crisis sobre las personas sin hogar en 2022.
Dos años después, sus distintos miembros todavía se reúnen periódicamente.
Servicios esenciales
El aumento de la pobreza y de la inseguridad alimentaria va de la mano del fenómeno de las personas sin hogar que se observa en las ciudades pequeñas, considera Serge Bergeron.
“Sería un error del Gobierno no abordarlo, y ni siquiera hacerlo con dureza”, afirmó el electo, que deplora que sea necesario “perturbar al Estado” para obtener subvenciones a servicios sociales pero esenciales.
“Entiendo que todo el mundo está pidiendo más dinero. Pero detrás de estos grandes problemas, que van en aumento, está el ser humano. »