Antonio lanza mensajes: en una pelea a tres quiere enseñar a su equipo a manejar también el esfuerzo mental
GB Olivero
22 de diciembre – 00:09 – MILÁN
Cada partido, un mensaje. Cada semana, una lección. Antonio Conte no comete ningún error y de hecho el Napoli vuelve a estar en cabeza, a la espera de los acontecimientos. Quienes explican el alto rendimiento de los Azzurri por la ausencia de compromisos europeos fingen no querer entender lo que pasó en Nápoles el año pasado y que corría el riesgo de volver a suceder si De Laurentiis no se hubiera confiado a Conte. La semana de descanso es ciertamente una ventaja, Dios no lo quiera, pero el entrenador está haciendo algo sin precedentes por esos lares. No se trata sólo de construir un equipo competitivo a partir de los escombros, especialidad de la casa. Pero también orientar, casi diríamos educar, todo el entorno con sabor a una reñida competencia con lo que ello conlleva: gestión de los momentos, ninguna concesión a la exaltación o la depresión, análisis lúcido y claridad de los objetivos a perseguir.
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Hace dos temporadas el Napoli no ganó el scudetto: lo dominó, aplastando a la competencia y nunca, jamás, experimentó la inquietud de la duda o el miedo a la derrota. El tricolor prácticamente ya estaba cosido en las camisetas en invierno. El único pensamiento durante los últimos tres meses fue la fecha de las celebraciones. No había mesas que seguir ni oponentes que monitorear: solo hubo un desfile ronda tras ronda para llevarse los aplausos y celebrar un título bien merecido. Ahora la situación es muy diferente: Atalanta e Inter están ahí, justo detrás esta mañana, tal vez Gasperini esté justo por delante a la hora de cenar e Inzaghi regrese mañana. Este es un invierno en el que no puedes ganar el campeonato, pero sí perderlo. Por eso, tras el éxito ante el Génova, Conte envió un mensaje claro. Hace dos semanas, tras la derrota en casa ante la Lazio, el técnico dijo que veía al Napoli en el camino correcto: serenidad en la derrota. Ayer en Marassi criticó abiertamente la segunda parte de sus jugadores a pesar de los tres puntos: severidad en la victoria. Podría haber dicho lo mismo en el vestuario y limitarse a un análisis general en la sala de prensa. Pero el mensaje, más que para el equipo, es para la afición y para la ciudad: nadie se limita a mirar los resultados, todo el mundo permanece lúcido para evaluar las cosas. Sólo así el Nápoles podrá luchar hasta el final con el equipo más fuerte del grupo (Inter) y con el equipo que lleva más tiempo persiguiendo el mismo proyecto (Atalanta). Conte no tiene la abundancia de Inzaghi y Gasp, su equipo no tiene la costumbre de triunfar de Simone, su entorno no tiene la misma actitud desencantada ante los resultados que los bergamascos. Por eso el trabajo de Antonio no se limita a lo que se ve sobre el terreno de juego. El líder Napoli podría aguantar apenas unas horas. Empoli puede resultar molesto, pero en este momento Atalanta transmite tal idea de omnipotencia que la victoria de hoy se considera un resultado inevitable. Estos son los partidos en los que los nerazzurri se equivocaron en el pasado. Ocurrió también hace tres meses, el 24 de septiembre en Bérgamo contra el Como (2-3). A partir de ese día un empate y luego la racha abierta de diez victorias consecutivas.
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El Atalanta ha cambiado de estatus y su periplo en la Europa League, con el correspondiente triunfo, ha jugado un papel fundamental. Quienes consideran una ventaja la falta de participación en las copas deberían intentar ampliar sus horizontes y comprender lo importante que, año tras año, ha sido para la Dea la comparación con otros tipos de fútbol y rivales de prestigio. Atalanta ha aprovechado cada experiencia para sumar una pieza a su crecimiento y ahora es un equipo campeón, independientemente de si realmente quieren decir esa palabra en Zingonia. ¿Qué tienen la Juve y el Milán más que la riqueza de la directiva? Los proyectos de Motta y Fonseca, también envueltos en una densa niebla, acaban de empezar y no se sabe hacia dónde conducirán. El Inter de Inzaghi también cambió de rumbo hace dos temporadas gracias a su espléndida racha europea. Aquella final perdida ante el Manchester City dejó lágrimas y mucha autoestima. Desde aquel día los nerazzurri saben afrontar cualquier rival y sobre todo los momentos negativos. El derbi perdido el 22 de septiembre podría haber borrado algunas certezas, pero la reacción fue la de un gran equipo: ocho victorias y dos empates. Acostumbrarse a luchar, a presionar, a la obligación de ganar: lo que Conte intenta enseñar en Nápoles.
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