(De FRANCESCO RIVANO). Aquí estamos, ha llegado esa época del año en la que el dictado para todos es “ser buenos”, parafraseando el eslogan de una conocida marca de panettone; donde los suéteres con renos y Papá Noel están colgados al aire libre, listos para ser exhibidos ante la familia durante la cena de Nochebuena; en el que las carteras se desinflan después de ayudar a toneladas de personas en dificultades a encontrar el regalo adecuado; en el que el sofá está dispuesto a acoger a hordas de espectadores que, con la intención de digerir todo lo que tienen más o menos conscientemente metido en el estómago, se dejan arrullar por las hazañas de Dan Aykroyd y Eddie Murphy en la inevitable cita con “Una sillón para dos.” ¿Y el deporte? En nuestra zona, gracias a Dios, la Santa Navidad es lo primero: antes que la escuela, antes que el trabajo (no para todos), antes que el deporte. En definitiva, en nuestro país la Navidad siempre ha sido vista como un período dedicado a la familia, las relaciones humanas y la serenidad. O al menos lo intentamos. En los países anglosajones lo ven de otra manera: así lo demuestran el Boxing Day de la Premier League y el Christmas Day de la NBA durante los cuales no sólo no para el deporte, sino que se programan los partidos más interesantes. ¿Por qué es esto? Porque en Inglaterra y Estados Unidos ir al estadio o a un estadio de la NBA es sinónimo de convivencia, de alegría, de celebración, así como en nuestro país es sinónimo de llevar a los niños al circo, ir a un concierto de Navidad, ir al cine. . Y la NBA aprovecha al máximo esta época, convirtiéndose en el deporte estrella por un día, la Navidad. La NFL se detiene, el béisbol está en plena temporada baja y el convenio colectivo de los jugadores de hockey exige descanso. En definitiva, en Navidad la NBA se maquilla y se muestra en todo su esplendor a todo el Planeta Tierra.
El Primer Noel es una de las canciones navideñas más conocidas a nivel mundial:
“Navidad, Navidad, Navidad, Navidad
Nace el Rey de Israel“
Vale, no quiero ser blasfemo y comparar al REY protagonista de esta melodía navideña con el rey regente de la Liga, un tal LeBron James. Menciono esta canción sólo para contaros cómo, en una noche de Navidad, un rey, o mejor dicho, un Rey, manifestó toda su grandeza. Bernard, nacido en Brooklyn, creció en los campos de la Gran Manzana para dar rienda suelta a su pasión por el balón, pero también para no caer en la tentación. Y es bien sabido que hubo muchas tentaciones en Nueva York entre los años 60 y 70. Las horas pasadas entre un patio y otro le moldearon técnica y temperamentalmente hasta el punto de convertirlo en un jugador atractivo primero para el baloncesto universitario y luego para la NBA. Fueron los Nets quienes le dieron su primer contrato profesional en 1977 y después de haberse lucido en Nueva Jersey, Utah, California y en todas las cárceles que lo acogieron entre robo, posesión de drogas, denuncia por abuso sexual y exceso de alcohol, Aterrizó en Nueva York en 1982 dispuesto a vestir la camiseta de los míticos Knicks. Hacer canastas siempre ha sido su trabajo, lo hizo con las camisetas de Nets, Jazz y Warriors y en su Nueva York natal no quiere quedarse atrás. Es la tarde del 25 de diciembre de 1984 cuando su antiguo equipo, los Nets, llega al Madison Square Garden para el partido de Navidad. Hasta ese momento, Wilt Chamberlain había ostentado el récord de juegos bajo el árbol desde que, en 1947, Maurice Podoloff, el entonces Comisionado de la Liga, había iniciado la tradición con el partido entre los New York Kincks y los Providence Steamrollers. ¡59 puntos y 36 rebotes con una camiseta de Phila para The Stilt!
Adivinen quién: los Knicks. En resumen, cuando hay un récord que registrar y Wilt Chamberlain, los Knicks nunca fallan. Volvamos a la Navidad de 1984. Ni los Knicks ni los Nets están en las primeras zonas de la clasificación, pero sigue siendo un derbi y los derbis son muy populares. Bernard, que ya había marcado 40 en el descanso, decidió exagerar esa noche y hizo un lazo bajo el árbol de la afición azul y naranja para la mejor actuación de la historia en los juegos de Navidad que coincidió con la mejor actuación de la historia en Madison Square. Jardín. 60 puntos con 19 de 30 desde el campo y 22 tiros libres. Todo con el debido respeto a Wilt. Pequeña nota al margen, los Knicks perdieron ese partido, pero Bernard King escribió de forma indeleble su nombre en la historia del baloncesto de la NBA. Es cierto, actualmente el récord de mejor actuación de la historia en el Garden lo batió primero el habitual aguafiestas de Kobe y luego Carmelo Anthony, capaz de anotar 64 en La Meca, pero si nos limitamos sólo a los partidos navideños, el de Bernard King sigue igual. la mejor actuación de todos los tiempos hasta la fecha. Después de ese partido, King siguió haciendo muy bien su trabajo, muy bien antes de romperse la rodilla, un poco menos después de su regreso. Es uno de los pocos jugadores que ha registrado dos o más partidos consecutivos con más de 50 puntos y nadie sabrá nunca hasta dónde podrían haber llegado los Knicks de finales de los 80 si la lesión de rodilla no les hubiera privado de la combinación con Pat Ewing. El caso es que, como cada Navidad, además de preguntarnos si los regalos que hemos hecho gustarán a nuestros amigos y familiares y si este año también emitirán “Un sillón para dos”, todos tenemos curiosidad por saber si cualquiera, esta Navidad bajo cesta, podrá arrebatarle el cetro de Rey de Navidad a Bernard King.
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Francesco Rivano Nació en 1980 en el profundo sur de Cerdeña y creció en Carloforte, el único centro habitado de la isla de San Pietro. Licenciado en Economía y Comercio por la Universidad de Cagliari, regresa a su querida isla donde vive, trabaja y cultiva su gran pasión por la escritura. Rodeado por el mar y fascinado por el deporte, de repente le invadió el amor por el baloncesto. Colaboró como editor con algunas revistas online que tratan principalmente del baloncesto NBA, experiencia que le llevó a desarrollar las habilidades para escribir y publicar su primer trabajo: “Ricordi al basket” vinculado a la historia del baloncesto. Y hace unos meses publicó su segundo, titulado “La ruta de escape”. Enlace para adquirir el libro.