Frente a un 80% de diputados inclinados a gastar más, es difícil ver cómo François Bayrou podrá elaborar un presupuesto creíble.
¿Ganaría finalmente terreno la idea de que, por irresponsabilidad, por cobardía, por egoísmo, estamos en el proceso de crear una bomba de tiempo financiera? Según encuestas recientes, la explosión de la deuda es ahora una de las principales preocupaciones de los franceses. Lamentablemente, este acceso a la lucidez aún no ha llegado a la Asamblea, donde se trazan absurdas “líneas rojas” mientras se burlan de la marea que amenaza con devorarlo todo.
Esta casualidad sorprende, ya que las cifras son vertiginosas: el año que viene, Francia, ya endeudada hasta el cuello (¡3.300 mil millones según el último recuento!), pedirá prestado otros 300 mil millones en los mercados. No para prepararse para el futuro invirtiendo, sino para llegar a fin de mes, pagar pensiones… y pagar deudas. Mientras en las altas esferas miramos hacia otra parte, las señales de alarma se multiplican. Las agencias de calificación están preocupadas…
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