China confirmó el jueves la sentencia de muerte de un traficante de niños, el último capítulo de un caso que ha sido muy publicitado durante años.
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Yu Huaying, de 60 años, separó al menos a 17 niños de sus padres y los vendió a familias en la década de 1990.
Fue condenada a muerte por primera vez el año pasado, pero apeló, una medida que a menudo resulta en una sentencia más indulgente en China.
Un tribunal de la provincia de Guizhou (suroeste) finalmente confirmó el jueves la pena de muerte, según informaron los medios estatales.
“Esta decisión es definitiva y Yu Huaying ya no podrá apelar”, subraya el canal público CCTV.
“El caso se presentará ahora al Tribunal Popular Supremo para su revisión (…) antes de entrar en la fase de ejecución”, añade CCTV.
El caso fue ampliamente publicitado ya en 2022, cuando una mujer, Yang Niuhua, reveló su historia a la policía.
Vendido a la edad de cinco años por menos de 500 dólares, Yang Niuhua contó su búsqueda para encontrar a su familia biológica en las redes sociales, generando entusiasmo entre muchos usuarios de Internet.
Yu Huaying, responsable de su secuestro, fue arrestada el mismo año e inicialmente condenada a muerte en septiembre de 2023 por traficar con otros diez niños.
La investigación reabierta posteriormente determinó que al menos 17 niños fueron secuestrados por Yu Huaying.
Estos últimos normalmente los recogían en el suroeste de China y los vendían a través de terceros a familias cientos de kilómetros más al norte.
Los medios estatales informaron en octubre que el primer hijo que vendió fue su propio hijo, hace décadas cuando atravesaba “dificultades financieras”.
En los últimos años, los medios estatales han cubierto ampliamente el tema de los secuestros de niños y varios casos de trata de personas han provocado emoción.
Bajo la política del hijo único, la preferencia por los niños llevó a muchas familias a vender o abandonar a las niñas no deseadas.
China permitió que todas las familias tuvieran dos hijos a partir de 2016 y tres hijos a partir de 2021.
Las estadísticas sobre la pena capital están clasificadas como secreto de Estado por Beijing.
Pero la ONG Amnistía Internacional considera “seguro” que China es el país que ejecuta al mayor número de presos cada año, por delante de Irán y Arabia Saudí.