El pánico se apoderó de un salón de masajes en Lausana, Suiza, una tarde del verano pasado. Étienne*, un cliente de unos cincuenta años, sufrió allí un infarto. Eran alrededor de las 22.30 horas cuando una prostituta descubrió el cuerpo sin vida del hombre tirado en el suelo. Sus gritos alertaron a otras trabajadoras sexuales, que corrieron junto a la cama de Étienne. Los servicios de emergencia fueron avisados a las 22:41 horas.
Mientras tanto, Isabela*, una prostituta ilegal brasileña, notó que el hombre ya no tenía pulso. Intentó un masaje cardíaco, pero como la ocasión falló, sus ojos se dirigieron a un collar y un anillo de oro que llevaba la víctima. A pesar del inminente peligro de muerte que pesaba sobre Étienne, interrumpió durante unos instantes su masaje cardíaco para robar las joyas antes de la llegada de los servicios de emergencia, que llegaron siete minutos después.
Los servicios de emergencia lograron reactivar temporalmente el corazón de Étienne, quien luego fue trasladado al hospital, donde murió dos días después. Mientras tanto, Isabela había presentado las joyas robadas en la tienda de una amiga para estimar su valor. Excepto que el hijo del difunto ya había notado, con horror, que el collar y el anillo de oro que nunca abandonaron el lado de su padre habían desaparecido. La policía siguió el rastro hasta Isabela y las joyas robadas fueron encontradas en la casa del amigo y luego devueltas al afligido hijo.
Residiendo ilegalmente, la trabajadora sexual acaba de ser condenada a 160 días de prisión por no prestar asistencia, hurto y ejercer la prostitución sin autorización. Pasó tres meses en prisión preventiva. En cuanto al síndico, recibió una pena suspendida de 60 días.
¿Ya nos sigues en WhatsApp?
Suscríbete a nuestro canal, activa el pequeño ???? y recibirás un resumen de noticias todos los días en temprano en la noche.