La Sala de lo Penal del Mosela condenó a Liridon Berisa a la pena máxima, cadena perpetua con un período de seguridad de 22 años, por el feminicidio de su pareja, Stéphanie Di Vincenzo, en mayo de 2021 en Hayange.
La Sala de lo Penal del Mosela condenó este viernes 13 de diciembre a Liridon Berisa a la pena máxima en que incurrió, cadena perpetua con un período de seguridad de 22 años, por el feminicidio de su pareja, Stéphanie Di Vincenzo, en mayo de 2021 en Hayange.
El asesino, que ahora tiene 26 años, había apuñalado varias veces a su pareja en la calle, delante de los vecinos y ante la mirada de su nieta de tres años.
El acusado de temperamento violento, excluido de la sala varias veces el miércoles y jueves, volvió a insultar, provocar y amenazar a la familia de la víctima cuando se anunció el veredicto. Tanto es así que un tío de la víctima presente en primera fila con la familia gritó “¡Pena de muerte! ¡Pena de muerte!”.
Stéphanie Di Vincenzo asesinada delante de su hija
La noche del 23 al 24 de mayo de 2021 se produjo un violento altercado entre Liridon Berisa y la víctima en su casa de Hayange, antigua ciudad industrial en el norte del Mosela.
Stéphanie Di Vincenzo, de 22 años, escapó por la ventana, debilitada y ensangrentada. Varios testigos la vieron correr hacia la comisaría, situada a 40 metros del domicilio. Pero en ese momento la comisaría estaba cerrada.
Liridon Berisa la alcanzó y la apuñaló varias veces, delante de los vecinos y ante la mirada de su hija de 3 años. Luego arrojó su arma a un contenedor de basura y se dio a la fuga.
Una denuncia varios meses antes del asesinato
Este feminicidio había desatado una polémica por la acumulación de fallos en este caso ya que la policía ya había intervenido diez veces en el domicilio de la pareja. La víctima había presentado una denuncia unos meses antes, pero esta denuncia no fue remitida al Ministerio Público.
Además, Liridon Berisa se había arrancado su pulsera electrónica el día anterior al incidente sin que ello disparara la más mínima alarma. Una misión de inspección enviada posteriormente no constató “ninguna falta profesional en las decisiones tomadas” y estimó que el brazalete había sufrido un “mal funcionamiento inexplicable”.
