No hubo informes inmediatos de víctimas en esta última explosión del Monte Kanlaon en la isla central de Negros, pero las autoridades cerraron escuelas e impusieron un toque de queda después de que la ceniza cayera en varias aldeas oscureciendo la visibilidad de los automovilistas y causando problemas de salud.
“Sonó como un disparo de cañón”, dijo por teléfono a The Associated Press el alcalde José Chubasco Cárdenas del pueblo de Canlaón, ubicado al sureste del volcán. “Ha habido erupciones silenciosas antes, pero ésta fue muy ruidosa”.
Los funcionarios de respuesta a desastres elevaron el nivel de peligro alrededor de Kanlaon debido a un “mayor riesgo de actividad volcánica peligrosa” y ordenaron la evacuación de los aldeanos dentro de un radio de 6 kilómetros del cráter.
Según Cárdenas, alrededor de 100 personas huyeron a refugios de emergencia en Canlaon al caer la noche, después de que se produjera la erupción volcánica a media tarde. El número de personas desplazadas podría llegar a más de 2.000 debido al mayor riesgo de otra erupción, añadió.
El Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología dijo que la erupción provocó una densa corriente piroclástica, un flujo extremadamente caliente de cenizas, escombros y rocas que puede incinerar cualquier cosa a su paso.
El nivel de alerta alrededor de Kanlaon es el tercero más alto en un sistema de alerta de cinco etapas, lo que indica que “ha comenzado una erupción magmática y puede evolucionar hacia más erupciones explosivas”.
El volcán de 2.435 metros, uno de los 24 volcanes más activos del país, entró en erupción por última vez en junio, lo que envió a cientos de aldeanos a refugios de emergencia.
Situada en el llamado “Anillo de Fuego” del Pacífico, una región propensa a terremotos y erupciones volcánicas, Filipinas también sufre alrededor de 20 tifones y tormentas al año y se encuentra entre los países más expuestos a desastres naturales.
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