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Apenas 24 horas después, Jean-Michel Moulun fue detenido. Había trabajado, al igual que su mujer, en casa de la víctima como ayudante de mantenimiento, limpiando la piscina o cortando los setos, antes de ser despedido, un año antes, por sospechas de robo. En su casa, un edificio de HLM, los investigadores descubrieron el bolso y las compras de la víctima. Allí también encontraron cinta gris, idéntica a la encontrada en el jardín de la villa alrededor de un guante de látex. Rastros de sangre, por todas partes, especialmente en sus zapatos, mezclando su ADN con el de su ex empleador. Post-its también: “Recuerda no ser malo con tu prójimo aunque quiera matarlo cuando me habla mal” informa, de memoria, el comisario.