norteNosotros, psicólogos y neurobiólogos de todo el mundo, hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que presione urgentemente por un alto el fuego inmediato en Oriente Medio, para exigir que el gobierno israelí respete el derecho internacional humanitario y ponga fin a la ocupación de Gaza y Cisjordania, para exigir a Hamás e Israel la liberación de todos los rehenes y civiles encarcelados indebidamente.
Las partes involucradas están atrapadas en un círculo vicioso de violencia contra civiles que amenaza existencialmente el potencial de estos pueblos para coexistir en el largo plazo. Esto ha llevado no sólo a un daño irreparable al pueblo palestino, como destacó la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en enero, sino también a una peligrosa trayectoria adoptada por el actual gobierno israelí, que afecta las posibilidades de su propio pueblo de vivir en seguridad a largo plazo en esta región del mundo.
La psicología humana es tal que tendemos a exagerar nuestra percepción de las diferencias entre grupos sociales, entre “ellos” y “nosotros”, particularmente en casos de conflicto. Pero también tenemos propensión a la empatía, la cooperación, la curiosidad y la apertura de mente hacia los demás. Esto permite un equilibrio entre la preservación de la cultura específica de cada grupo y el enriquecimiento mutuo entre grupos a través del intercambio de ideas científicas, artes y tecnologías. Positivamente, los estudios muestran que la gran mayoría de los humanos pueden expresar empatía hacia personas de otros grupos o culturas.
Asimetría de poder
Desafortunadamente, en todas las sociedades humanas hay personas para quienes la diferencia entre “nosotros” y “ellos” es tan fuerte que tienden a deshumanizar a los demás. Y una minoría de extremistas puede llevar este sentimiento tan lejos que están dispuestos a exterminar a otros, pensando que puede ser en interés de su propio grupo.
Sin embargo, tenemos la capacidad de razonar para superar lo que nos divide y, en el pasado, incluso los conflictos prolongados y amargos han terminado en avenencias y paz. Los seres humanos tenemos una inmensa capacidad de transformación y reconciliación. Pero la violencia debe cesar antes de que pueda comenzar el proceso de curación.
Cuando décadas de guerra han llevado a tantas personas a perder a sus seres queridos, a sentirse impotentes y amenazadas, la capacidad de sentir empatía hacia el otro se erosiona. Esto facilita que grupos con ideas extremistas lleguen al poder. En ausencia de presión internacional, se sienten más fuertes y llevan a cabo sus intenciones asesinas, lo que genera una espiral de odio, violencia y resentimiento. Es un proceso que se perpetúa a sí mismo y que nos aleja cada vez más de la justicia y la paz.
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