ARTE – LUNES 2 DE DICIEMBRE A LAS 22:25 – CINE
Un detective privado, especialista en vigilancia, registra, por encargo de un misterioso industrial, las palabras de una joven pareja sorprendida en un parque de San Francisco. Atormentado por una vieja culpa, teme convertirse en instrumento de un asesinato planeado.
Realizado en 1974 tras el éxito de Padrino, conversación secreta Le valió a Francis Ford Coppola su primera Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes. El relato retoma un principio particular, el de la supuesta reconstrucción de la verdad a partir de sus fragmentos. De hecho, es superando el enigma formado por los elementos de la conversación espiada que Harry Caul, el personaje principal de la película, intentará desmantelar lo que sospecha que es una conspiración y encontrar la respuesta a las preguntas que perseguirlo.
Esta variación en torno a la Explosión (1966), de Antonioni, donde la imagen habría sido sustituida por el sonido, este deseo de disección analítica del propio cine son sintomáticos de una desconfianza generalizada, muy de moda en los años 1970, hacia éste y su supuesto poder alienante. Pero la película, cuyo rodaje coincidió con el descubrimiento del escándalo Watergate, también opera según un patrón paranoico de moda en la producción de Hollywood en ese momento.
Espacio urbano monumental
Las teorías de la conspiración, la lucha de un hombre solitario contra una fuerza abstracta y deshumanizada, han tejido, de hecho, un vínculo entre numerosos titulares del momento, a menudo marcados por el recuerdo de las innumerables especulaciones que siguieron al asesinato de John Fitzgerald Kennedy (1917-1917). 1963). Pero Coppola influye sutilmente en esta consoladora ideología al convertir su personaje en un neurótico ansioso e intolerante cuyas propias dudas desencadenarán un mecanismo fatal.
De pequeña figura, eternamente vestido con una cazadora gris, Harry Caul (genialmente interpretado por Gene Hackman) pierde su humanidad al adentrarse en el corazón de un espacio urbano monumental, de arquitectura fría y en desuso. La precisión de los encuadres, frontales, a veces geométricos, y un cierto hieratismo conceptual vinculan así la película a obras que desmontan y critican el poder de la tecnología.
Gracias a sus conocimientos técnicos, el héroe de conversación secreta inventó un mundo inhabitable del que acabará siendo víctima, un universo de absoluta transparencia, de “hipercomunicación”, de un “panopticismo” sonoro (si tal cosa fuera posible) que ya no deja ninguna posibilidad al secreto y al individuo. ¿No es ésta la pregunta que plantea la película: la perfecta visibilidad y audibilidad tienen la más mínima conexión con la verdad? conversación secretaes un poco como Michelangelo Antonioni revisitado por Jacques Tati.
conversación secretapelícula de Francis Ford Coppola (UE, 1974, 113 min). Con Gene Hackman, Frederic Forrest, John Cazale. Disponible bajo demanda en Arte.tv a partir del 2 de diciembre.