“Siempre tuve un pie en el bien y un pie en el mal”: el presunto asesino de Victorina admitió su “dualidad” el miércoles, en el tercer día de su juicio. Ludovic B., de 29 años, está siendo juzgado en Grenoble por el asesinato precedido de un intento de violación de esta estudiante, así como por una violación violenta cometida en septiembre de 2018 en el Ródano contra otra joven de 26 años, “Vicky”.
Tres de sus medio hermanos, entrevistados el martes como testigos, describieron un ambiente familiar a la vez modesto y caótico, con una madre de origen martiniqueño que esencialmente criaba sola a siete hijos de cuatro padres diferentes en una zona rural cerca de Villefontaine. Ludovic, el penúltimo, “era un buen niño, no un niño difícil”, dijo a los investigadores.
“Trabajador y confiable”
Invitado a hablar largamente el miércoles sobre su personalidad, habla con calma y en voz baja, con las manos apoyadas en el borde del palco, pero parece evitar mirar hacia el banquillo de los civiles. “No me quejo de mi lugar (en prisión), estoy donde debo estar. Lo que hice es indescriptible”, declaró sobre los hechos, por los que enfrenta cadena perpetua.
Dos de sus hermanos mayores estuvieron de acuerdo ante el tribunal, describiéndolo como “trabajador”, “confiable”, aunque admitiendo haber mantenido sólo relaciones superficiales con él. El tercero, Samuel, lleva menos guantes: “Estaba haciendo estupideces (…) Mi mamá no podía hacer nada, le gritaba, lo golpeaba, le decía a la policía ‘quédenlo’, no podía hacer eso. Al final, ella “se rindió”, dijo.
Ludovic B., que abandonó el sistema escolar sin ningún título, dejó su casa familiar cuando tenía 18 años, hizo un trabajo temporal y luego fundó una pequeña empresa de transporte que, según él, funcionó bien. En el momento de su arresto en octubre de 2020, estaba casado con su novia de la infancia y padre de un niño. Había “madurado”. “Su vida fue estupenda, a diferencia de la mía”, dijo su medio hermano Samuel.
Esta no es la opinión de Dounia A., hermana de su ahora exmujer. Ludovic B. “nos quitó a nuestra hermana, estaba bajo control”, declaró, explicando que su familia nunca había aceptado este matrimonio. “Para mí, está loco. (…) Asegúrese de que nunca más pueda dañar a ninguna mujer”, dijo al tribunal.
En efecto, eran “dos Ludovic”, admitió el acusado en el estrado. Ante aspectos más oscuros, admitió su adicción a la cocaína, sus numerosas infidelidades y la violencia –recíproca según él– contra su esposa.
Por otro lado, se mostró reacio a reconocer otros aspectos que sin embargo están respaldados por la investigación o por testimonios como la venta de estupefacientes más allá de la simple “reparación” de seres queridos, la adicción a contenidos pornográficos y violentos, o incluso comportamientos ” insistente” para obtener favores sexuales de sus diversas conquistas.
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(afp/rk)