carta del dia –
Especias de sabor amargo
Una reflexión después de haber comprado algo para hacer un pastelito.
Cartas de lectores
Publicado hoy a las 7:37 am.
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Ginebra, 23 de noviembre
Este fin de semana mi cuñado celebra su 30 cumpleaños. Para la ocasión decidí preparar Rugalach, estos pequeños croissants hojaldrados del nuevo libro de cocina “Comfort” de Yotam Ottolenghi. Pero a falta de za’atar, esta mezcla esencial de hierbas en la receta, voy a una tienda de comestibles oriental en Ginebra.
Nada más entrar me llama la atención una gran bandera palestina en el escaparate. De todos modos, sigo adelante y le pido al jefe que me prepare una bolsa de za’atar. Luego me ofrece tres variedades: jordana, libanesa y palestina. Sin conocer las sutilezas, especifico que estoy buscando el que más se acerque al za’atar israelí al que estoy acostumbrado.
Su respuesta estalla: “No existe, el za’atar israelí. Sólo existe el za’atar palestino”. Desconcertado, respondo que no estoy aquí para debatir sino simplemente para comprar mi za’atar. Añadiendo, con toda sinceridad, que deseo paz y seguridad tanto para los palestinos como para los israelíes. Una afirmación que, sin embargo, parece inaceptable: “Eso ya es un debate”, responde el jefe.
Incómodo, sigo pidiendo oler las tres variedades y elijo el za’atar palestino, que en realidad se parece al que conozco. Pero su comentario se me queda grabado en la cabeza. Con voz temblorosa, le vuelvo a preguntar: ¿por qué desear la paz y la seguridad para dos pueblos debería ser motivo de controversia? Su respuesta es inequívoca: “Los israelíes nunca han podido vivir en condiciones de seguridad sin matar a otros. Esta gente no debería existir, esta tierra es palestina”.
Las palabras me fallan. Salgo de la tienda, sin mi za’atar pero con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos. ¿Cómo cocinar un buen Rugalach con un ingrediente cargado de tanto amargor?
Esa mañana, una simple carrera en busca de un ingrediente se convirtió en una dura lección. Al parecer, la paz no sólo es difícil de lograr. Para algunos, es impensable.
principio de halperin
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