La economía estadounidense sigue funcionando mejor que la del resto del mundo. Esto atrae mucho dinero a Estados Unidos, lo que hace subir los mercados bursátiles y el dólar. Por ejemplo, entre el 5 y el 13 de noviembre, los fondos estadounidenses, como los ETF y los fondos mutuos, atrajeron casi 56 mil millones de dólares, la segunda entrada semanal más grande desde 2008. Eso es impresionante. La mayoría de los inversores apuestan por la economía estadounidense.
Incluso antes de Trump, la situación ya era favorable gracias a los resultados de Biden: deslocalización de empresas, control de la inflación, transición energética, inversiones en inteligencia artificial, etc. Desde las últimas elecciones, esto es aún más cierto, ya que se espera que el déficit presupuestario se mantenga alto (alrededor del 7% del PIB), lo que continúa estimulando la economía y fomentando la productividad.
En cambio, en Europa las cosas son diferentes. La deuda se utiliza principalmente para financiar gastos corrientes y preservar un modelo social. que es necesario reformar, en lugar de invertir en proyectos que generen riqueza.
La fortaleza del dólar, gracias al atractivo de la economía estadounidense, debería seguir siendo una realidad. Esto puede plantear un problema para ciertos países emergentes que a menudo se endeudan en dólares. Afortunadamente, la situación ha mejorado respecto a hace diez años. Estos países han fortalecido sus economías, gestionaron mejor la crisis de Covid y redujeron su dependencia del financiamiento en dólares.
Tomemos como ejemplo a Argentina: no hace mucho, estaba al borde de la quiebra. Hoy, el crecimiento se está reactivando, la inflación está bajo control y el déficit presupuestario, que alcanzó el 6% del PIB, debería desaparecer el próximo año. Esto requirió esfuerzos importantes, como reducir el gasto público (preservando al mismo tiempo el apoyo a los hogares), pero los efectos positivos están ahí. El banco central también intervino para estabilizar la moneda.
Turquía ha seguido un camino similar: su calificación crediticia ha mejorado, tiene una política monetaria más estricta, la inflación está controlada y su economía es menos dependiente del dólar. Supervisa su tipo de cambio mediante intervenciones ocasionales del banco central.
Finalmente, a diferencia de períodos anteriores de dólares fuertes, esta vez a los países emergentes les está yendo mejor. Hasta 2024, ninguno de ellos ha quebrado, y eso parece poco probable para el próximo año. Esta es una buena noticia.