Se espera que la fortaleza del dólar siga siendo la norma en 2025. Los inversores internacionales ahora sólo apuestan por la economía estadounidense. Consecuencia: las entradas de capitales en el mercado estadounidense están alcanzando niveles récord, lo que apoya estructuralmente el aumento de las acciones estadounidenses y del dólar. Por ejemplo, durante la semana del 5 al 13 de noviembre, los ETF y fondos mutuos estadounidenses atrajeron 56 mil millones de dólares. Esta es la segunda afluencia semanal más grande desde 2008. Es simplemente increíble.
Históricamente, la fortaleza del dólar constituye un problema para los países emergentes, ya que estos últimos se endeudan masivamente en dólares. Afortunadamente, la situación ha cambiado radicalmente respecto al período 2010-2013. Los países emergentes tienen fundamentos más sólidos. Gestionaron la crisis del Covid mejor que los países del G10. Por último, tienen un nivel de deuda externa a menudo inferior al 60% del PIB y no tienen un problema importante de sostenibilidad de la deuda, con la excepción de Ucrania, por razones obvias.
Tomemos como ejemplo a Argentina. Hace unos trimestres, el país estaba al borde de la quiebra. El presidente Javier Gerardo Milei implementó una terapia de choque: reducción del 30% del gasto público (solo se protegieron las asignaciones familiares universales), reducción del número de funcionarios (-75.000 en un año), eliminación de más de 50 agencias estatales, fin del presupuesto transferencias a las provincias, etc. Los primeros resultados son alentadores: el crecimiento se reanuda, la deriva de los precios se ha detenido (inflación dividida por diez) y el déficit presupuestario, que rondaba el 6% del PIB cuando llegó al poder, debería ser absorbido el próximo año. Como era de esperar, esto creó cierta agitación en el peso. Pero el banco central los contuvo rápidamente.
Turquía también se encontraba en una situación complicada. El retorno a la ortodoxia presupuestaria y monetaria está dando sus frutos: control de la inflación, desdolarización del sistema financiero, aumento de la liquidez del mercado de capitales, clara mejora de la balanza de pagos mediante una caída de las importaciones (superávit de 3 mil millones de dólares), aumento de la calificación crediticia del país (B+ según S&P – tres niveles por debajo el grado de inversión) y reducción de la volatilidad del tipo de cambio de la moneda local.
En el pasado, los ciclos de subida del dólar eran sinónimo de crisis en los países emergentes. Pero eso fue antes. Este año no ha habido impagos soberanos. Seguramente no habrá ninguno el año que viene. La historia no siempre se repite.
Perspectivas
La inflación de la zona euro en noviembre es la principal estadística de la semana. No es de extrañar. La inflación debería seguir volviendo al objetivo del 2%, lo que deja margen de maniobra para que el Banco Central Europeo (BCE) continúe con su política de reducción de tipos. Algunos analistas esperan que el ritmo de caída se acelere debido a posibles aranceles por parte de la administración Trump. Esto es no conocer bien al BCE. Debería continuar con la estrategia de pequeños pasos y optar por una reducción de sólo 25 puntos básicos del tipo de referencia en diciembre.
¿Sabías?
Nvidia representa una cuarta parte de las ganancias del S&P 500 este año, según datos de Bloomberg.