¿Qué riesgo real para el Líbano?

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El Líbano atraviesa uno de los períodos más difíciles de su historia reciente, marcado por una crisis económica sin precedentes, tensiones políticas constantes y una desintegración de los servicios públicos. En este contexto, la cuestión de la radicalización se convierte en una cuestión crucial. Las crisis sociales, económicas y políticas suelen ser terreno fértil para el surgimiento de movimientos extremistas, pero ¿cuál es el riesgo real para el Líbano?

La crisis económica: un factor de vulnerabilidad

La crisis económica del Líbano, que comenzó en 2019, ha empeorado significativamente en los últimos años. La devaluación de la libra libanesa, el colapso de los bancos, la explosión del desempleo y el aumento de la pobreza han exacerbado las tensiones sociales. Según el Banco Mundial, más del 80% de la población libanesa vive actualmente por debajo del umbral de pobreza. Esta situación crea un ambiente de desesperación, especialmente entre los jóvenes, que suelen ser los más afectados por el desempleo y la falta de perspectivas de futuro.

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Las crisis económicas están históricamente vinculadas a un aumento del extremismo. El politólogo francés Gilles Kepel, especialista en movimientos islamistas, subraya que “los períodos de crisis económicas prolongadas crean un terreno fértil para la radicalización, porque alimentan el sentimiento de injusticia y marginación, y ofrecen oportunidades a los grupos extremistas que surgen como alternativas al sistema existente. . En este contexto, los grupos radicales podrían aprovechar las dificultades económicas y sociales para reclutar miembros, particularmente entre los jóvenes desempleados y desilusionados.

El contexto político libanés: entre la parálisis y la fragmentación

La crisis económica libanesa va acompañada de una profunda crisis política. Durante años, el Líbano ha estado marcado por una parálisis institucional y divisiones sectarias que impiden cualquier reforma significativa. Los prolongados períodos sin gobierno, los estancamientos políticos y la incapacidad de las elites para responder a las necesidades de la población han generado una creciente desconfianza en las instituciones estatales.

La falta de reformas políticas y económicas refuerza el sentimiento de frustración y desilusión entre la población. El sociólogo Samir Khalaf explica que “cuando las instituciones públicas no responden a las expectativas de los ciudadanos, recurren a otras formas de organización, a menudo comunitarias, religiosas o radicales, para encontrar soluciones a sus problemas cotidianos”. Esta fragmentación del panorama político, donde las lealtades sectarias a menudo tienen prioridad sobre la lealtad al Estado, allana el camino para el surgimiento de movimientos extremistas que prometen soluciones radicales a los problemas del país.

El ascenso de los movimientos islamistas en la región

El Líbano, como país multirreligioso, no está aislado de las dinámicas regionales que influyen en el aumento del extremismo religioso. La guerra civil en Siria, la ocupación de grandes territorios por parte de Daesh en Irak y Siria entre 2014 y 2017, así como las tensiones entre Arabia Saudita e Irán, han alimentado un aumento del extremismo sunita y chiita en la región.

En el Líbano, grupos como Fatah al-Islam, afiliado a Al-Qaeda, intentaron establecer bases en los campos de refugiados palestinos, en particular en Nahr al-Bared, en 2007. Este grupo extremista suní, inspirado en la ideología salafista-jihadista, tenía la ambición de de crear un emirato islámico en el Líbano. Aunque el ejército libanés logró aplastar a Fatah al-Islam después de varios meses de combates, este episodio reveló la vulnerabilidad del Líbano al ascenso del extremismo islamista.

Asimismo, Daesh intentó infiltrarse en Líbano en 2014, atacando la localidad de Ersal, situada en la frontera con Siria. El grupo terrorista llevó a cabo incursiones en el valle de la Bekaa y tomó como rehenes a varios miembros de las fuerzas de seguridad libanesas. Sin embargo, el ejército libanés y Hezbollah lograron hacer retroceder a Daesh y recuperar el control de las zonas fronterizas.

El papel del ejército libanés y de Hezbollah

Uno de los principales factores que permite al Líbano resistir el ascenso del extremismo es la capacidad del ejército libanés y de Hezbollah para contener y neutralizar las amenazas terroristas. El ejército libanés, a pesar de sus recursos limitados, ha demostrado una gran resiliencia ante los intentos de infiltración de grupos extremistas. Con ayuda militar de Estados Unidos y otros países occidentales, el ejército libanés ha fortalecido sus capacidades antiterroristas, particularmente a lo largo de la frontera con Siria.

Hezbollah, si bien es controvertido debido a su papel en la guerra civil siria y sus vínculos con Irán, también ha desempeñado un papel crucial en la lucha contra los grupos yihadistas suníes, incluidos ISIS y Jabhat al-Nusra. Hezbollah ve a estos grupos como una amenaza existencial para la comunidad chiita en el Líbano y, por lo tanto, ha estado fuertemente involucrado en la lucha contra el terrorismo islamista sunita. Esta dinámica ha ayudado a mantener cierta estabilidad en el Líbano, aunque las tensiones entre las diferentes comunidades religiosas siguen presentes.

La amenaza de la radicalización chiíta

Si bien la amenaza del extremismo suní ha sido a menudo el centro de atención, algunos analistas también advierten sobre el riesgo de radicalización dentro de la comunidad chií, particularmente en el contexto de las tensiones regionales entre Irán y Arabia Saudita. Hezbollah, como principal representante de los chiítas libaneses, sigue siendo una poderosa organización militar y política, pero también hay grupos más radicales dentro de esta comunidad que pueden intentar desafiar el status quo.

El aumento de las tensiones con Israel y la implicación de Hezbollah en conflictos regionales, particularmente en Siria e Irak, también han contribuido a la militarización de parte de la comunidad chií. Algunos temen que esta radicalización, aunque actualmente contenida por el liderazgo de Hezbolá, algún día pueda volverse contra el propio Estado libanés.

El papel de las redes sociales en la radicalización

Otro factor de radicalización es el impacto de las redes sociales, que permiten la rápida difusión de discursos extremistas y propaganda yihadista. Muchos jóvenes libaneses, que enfrentan la pobreza y el desempleo, son particularmente vulnerables a estos mensajes en línea, que les prometen una forma de compromiso y reconocimiento social a través de la lucha armada o la yihad.

Las redes sociales también facilitan el reclutamiento de grupos extremistas mediante sofisticadas estrategias de comunicación dirigidas a jóvenes en situaciones de marginación. El politólogo Olivier Roy señala que “la radicalización ya no se produce sólo en las mezquitas o en los círculos religiosos cerrados, sino que se propaga cada vez más a través de las redes sociales, lo que hace que el fenómeno sea más difícil de controlar”.

La resiliencia del Líbano frente a la radicalización

A pesar de los numerosos factores de vulnerabilidad, el Líbano ha demostrado una notable resiliencia frente al creciente extremismo. Varios elementos explican esta resiliencia. En primer lugar, el sistema confesional libanés, aunque criticado por su ineficacia, ha permitido garantizar una cierta representatividad a cada comunidad religiosa, limitando así la marginación de una confesión con respecto a otra. Esta diversidad ha contribuido a atenuar las dinámicas de dominación sectaria que, en otros países, han llevado al surgimiento de movimientos extremistas.

Además, la sociedad civil libanesa desempeña un papel crucial en la prevención de la radicalización. Las ONG y asociaciones libanesas, como la Fundación Adyan, trabajan para promover la tolerancia religiosa, el diálogo interreligioso y la educación cívica. Estas iniciativas ayudan a reducir las tensiones entre comunidades y prevenir la propagación del discurso extremista.

Finalmente, la traumática experiencia de la guerra civil (1975-1990) dejó una profunda huella en la sociedad libanesa. Para muchos, la guerra civil fue una amarga lección sobre los peligros de las divisiones sectarias y la violencia sectaria. Esta memoria colectiva actúa como un freno a la radicalización, porque los libaneses son conscientes de las consecuencias desastrosas que podrían tener nuevos conflictos internos.

El riesgo de radicalización en el Líbano existe, pero está contenido por una serie de factores internos y externos. La crisis económica, la parálisis política y las tensiones regionales crean un caldo de cultivo favorable para el surgimiento de movimientos extremistas, pero la resiliencia de la sociedad libanesa, el papel del ejército y de Hezbolá, así como la importancia de la sociedad civil, permiten limitar este riesgo.

Para evitar cualquier aumento del extremismo, es esencial que el Líbano implemente profundas reformas económicas y políticas, al tiempo que fortalece el diálogo interreligioso y las iniciativas de educación cívica. Sin estas reformas, el riesgo de radicalización podría aumentar, amenazando la estabilidad del país. El Líbano, como sociedad multirreligiosa, sigue siendo frágil, pero también cuenta con activos únicos para superar esta amenaza.

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