Contaminación
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Este lunes 25 de noviembre se abre en Busan una última sesión de negociaciones internacionales sobre el plástico. Mientras los estados petroleros y los fabricantes petroquímicos, que lo ven como una salida lucrativa, elogian el reciclaje, la Unión Europea y Francia presionan por un texto ambicioso.
Para evitar acabar envenenada por una avalancha de residuos plásticos, ¿conseguirá la humanidad cerrar el grifo en la fuente, es decir, reducir drásticamente la producción de plástico virgen? Este es el desafío de las negociaciones de la ONU que comienzan este lunes 25 de noviembre en Busan, Corea del Sur, con el objetivo de desarrollar un primer tratado internacional sobre la contaminación plástica. Después de dos años de conversaciones, esta quinta y supuestamente última sesión debería dar como resultado el 1 de diciembre un texto “legalmente vinculante” para combatir un flagelo con consecuencias desastrosas para la salud, el medio ambiente, el clima y los derechos humanos.
Al igual que la salida de los combustibles fósiles para las negociaciones sobre el clima, la disminución de la producción de material virgen es el “elefante en la habitación” para quienes apuestan por el plástico. Y mientras los productores de petróleo, gas y carbón destacan la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero al prometer resolver la crisis climática con “soluciones” como la captura y el almacenamiento de carbono, para no reducir su producción, los productores de plástico promocionan el reciclaje como una respuesta milagrosa. De hecho,
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