El punto ciego de la transición energética

El punto ciego de la transición energética
El punto ciego de la transición energética
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Actualmente, alrededor del 85% del petróleo que sale del suelo se utiliza como fuente de energía, y el 15% restante se utiliza para fabricar plásticos (alrededor del 7%), asfalto (2 -3%) y productos diversos.

Y es verdad que disparamos mucho, mucho de productos químicos muy útiles procedentes del petróleo. “En el 6% de otros productos [que les carburants, les plastiques et l’asphalte]hay alrededor de 1.600 productos diferentes que se pueden encontrar en casi todas partes”, afirma Denis Rodrigue, profesor de ingeniería química en la Universidad Laval y especialista en plásticos.

La medicina tiene una gran necesidad de ello, porque casi todos los productos farmacéuticos provienen del petróleo y sus derivados, indicó recientemente el Instituto Americano de Geociencias. De él también proceden muchos detergentes, así como una larga lista de sustancias de uso diario.

Cabe señalar que lo mismo ocurre con el gas natural, aunque en menor medida. No es el 15% del gas el que se utiliza para algo más que proporcionar energía, sino el 8%, en gran parte para la fabricación de fertilizantes, porque utilizamos el hidrógeno contenido en las moléculas de metano (CH4) para reaccionar con el nitrógeno (N). y así producir amoniaco (NH3), que luego se transforma en fertilizante nitrogenado.

En resumen, “sería muy difícil prescindir completamente del petróleo de la noche a la mañana”, dice Rodrigue.

De hecho, añade el físico Normand Mousseau de la Universidad de Montreal, que ha trabajado extensamente en la transición energética, “me resulta difícil imaginar cómo podríamos evitar por completo el petróleo en las próximas décadas”.

(Mateo Marrón)

Cuestión de costes…

En este caso, hay esencialmente dos dificultades principales que superar, señalan los dos investigadores. La primera es una cuestión de costes: en la industria petroquímica ya existen alternativas al petróleo, pero son mucho más caras.

“Las resinas distintas del petróleo se fabrican a menudo a partir de residuos agroalimentarios o forestales”, explica Rodrigue. Son resinas que fabricamos con almidón de maíz o celulosa de madera, y de ahí podemos derivar plásticos y otros productos petroquímicos. Pero el problema es que tenemos que extraerlo del residuo. [les branches et les «déchets» de la coupe forestière, par exemple, contiennent bien d’autres substances que la cellulose] para poder utilizarlo como base para la polimerización [les plastiques sont des «polymères», donc des molécules faites comme des chaînes]y es este paso el que es costoso”.

Actualmente, ilustra Rodrigue, “si hablamos de plásticos de uso común, producirlos a partir de biomasa cuesta aproximadamente el doble que a partir de petróleo. (…) Y debemos entender que la regla general, en la fabricación, es que alrededor de la mitad del costo de producción de los objetos de plástico proviene de la materia prima, por lo que en realidad no es despreciable”.

…y volúmenes

Pero más que el precio de los bioplásticos, lo que plantea el problema son los volúmenes, añade Mousseau.

“Cuando se analiza aplicación por aplicación, se pueden encontrar alternativas orgánicas para casi todo”, afirma. Pero cuando miras el panorama general, no funciona. (…) Todo el mundo quiere utilizar la biomasa para reemplazar su negocio, ya sea para energía o para otras cosas, por lo que, en algún momento, simplemente no hay suficientes recursos para evitar por completo el petróleo”.

Unas pocas cifras bastan para convencerse. La producción mundial de plástico asciende a unos 450 millones de toneladas al año, dice Mousseau, mientras que la producción de madera es de 1.500 millones de toneladas, excepto que esta madera no está disponible para reemplazar al petróleo porque ya la utilizamos para otras cosas.

Según cálculos del jefe forestal de Quebec, los residuos forestales (corteza, ramas y follaje) representan aproximadamente un tercio de la masa de madera aprovechada. A escala mundial, esto daría lugar potencialmente a unos 500 millones de toneladas de residuos. Esto es más que la producción de plástico, pero estos residuos no se pueden transformar en plástico en una proporción de 1 a 1: habría pérdidas.

Y eso sin mencionar que ya tenemos otros usos para estas ramas y trozos de corteza, en particular como fuente de energía, como lecho para el ganado, etc. Y el mismo principio se aplica a los residuos agroalimentarios: los tallos y las hojas de las plantas de maíz, por ejemplo, pueden usarse como lecho y alimento para el ganado.

En definitiva, todo indica que no podremos prescindir completamente del petróleo durante mucho tiempo. “Pero si eliminamos el 85% que utilizamos como fuente de energía, eso ya será así”, afirma Mousseau. Y como una parte muy grande de las emisiones de GEI se producen durante la combustión final, el equilibrio de los plásticos dependerá de lo que hagamos con ellos al final de su vida útil.

La misma historia del señor Rodrigue: en el futuro previsible, no tendremos otra opción que seguir explotando el petróleo para sus usos no energéticos, “y entonces, se convierte en un problema de gestión de los plásticos al final de su vida.

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