“¿Fue una demostración de poder? ¿Una provocación calculada? »
Angela Merkel, una de las líderes políticas más influyentes del siglo XXI, relata un momento sorprendente en sus memorias ‘Libertad’. Durante una reunión en 2007, el presidente ruso Vladimir Putin trajo deliberadamente a su labrador, Koni, a la sala, plenamente consciente del miedo de Merkel a los perros. El incidente, que ella describe como un intento de “enviar señales”, ilustra cómo la diplomacia a menudo se lleva a cabo no sólo a través de palabras, sino también a través de gestos plagados de dinámicas de poder.
El contexto: el miedo transformado en prueba de resiliencia
El miedo de Angela Merkel a los perros tiene su origen en un incidente de mordedura en 1995 en su región natal de Uckermark. Su equipo diplomático había informado explícitamente al personal de Putin de esta fobia antes de sus reuniones. Sin embargo, en una cumbre celebrada en Sochi en 2007, Putin presentó a su labrador, Koni, cuando Merkel entró en la sala.
Merkel escribe que mantuvo la calma, centrándose en los fotógrafos y reprimiendo su malestar. “Me dije, céntrate en las cámaras, ya pasará. » Para ella, las acciones de Putin fueron una medida deliberada para desestabilizarla, un ejemplo de su estilo distintivo de afirmar su dominio.
Las señales de poder de Putin
A lo largo de su presidencia, Vladimir Putin ha utilizado constantemente gestos simbólicos para proyectar fuerza. Para Merkel, la presencia de Koni en la sala de reuniones no fue una casualidad. “Su expresión dejó claro, al menos para mí, que la situación le resultaba divertida”, señala en sus memorias.
Este no fue el primer caso de comportamiento calculado. En 2006, Putin le regaló a Merkel un gran perro de peluche durante una reunión, asegurándole que “no mordería”. El mensaje, sugiere Merkel, era claro: le gustaba poner a prueba los límites.
Tensiones geopolíticas e intenciones rusas
Merkel también recuerda cómo las ambiciones de poder de Putin fueron evidentes desde el principio. En 2006, durante un viaje en coche por Siberia, insinuó su estrategia política a largo plazo, mencionando que la Constitución rusa permitía su regreso al poder tras una pausa temporal. Esto presagiaba su breve salida de la presidencia entre 2008 y 2012, cuando Dmitry Medvedev asumió el cargo.
Además, Merkel reflexionó sobre el resentimiento de Putin por el colapso de la Unión Soviética, que calificó como “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”. » Su visión del mundo ha guiado decisiones clave como la anexión de Crimea en 2014 y la guerra en curso en Ucrania, lanzada en 2022 con el pretexto de una “operación militar especial”. »
El enfoque pragmático de Merkel
La forma en que Merkel manejó el incidente de Labrador ejemplifica su estilo disciplinado y pragmático de diplomacia. Ella optó por no confrontar directamente a Putin sobre el asunto, prefiriendo adherirse a lo que ella llama la “regla de la aristocracia inglesa: nunca explicar, nunca quejarse”. » Su capacidad para mantener la calma frente a provocaciones tan calculadas ha contribuido a su reputación como un líder mundial formidable.
Conclusión :
Las memorias de Angela Merkel ofrecen una visión poco común de la compleja dinámica de la diplomacia de alto riesgo. El incidente del Labrador es más que una anécdota; simboliza la naturaleza sutil y a menudo personal de los juegos de poder geopolítico.
A través de su prisma, los lectores obtienen una idea de las estrategias de Vladimir Putin, un líder que desde hace mucho tiempo domina el arte de los gestos simbólicos para afirmar su dominio. Los recuerdos de Merkel nos recuerdan que en las relaciones internacionales, incluso los detalles más pequeños (como un perro callejero en una habitación) pueden tener un significado profundo.
Su tranquila respuesta a estas provocaciones habla de la resiliencia que se requiere de los líderes mundiales que navegan en un panorama donde el poder a menudo se ejerce a través de señales no verbales.