La Corte Penal Internacional (CPI)con sede en La Haya, anunció este jueves 21 de noviembre de 2024 que había emitido órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, su ex ministro de Defensa, Yoav Gallant. por presuntos “crímenes contra la humanidad” cometidos contra los palestinos en Gaza. Qué ¿Qué implicaciones importantes tiene esta ley en las relaciones internacionales?
Khémais Gharbi
La orden de arresto de la CPI representa un mecanismo mediante el cual la comunidad internacional busca procesar a personas por crímenes graves como genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
El Estatuto de Roma, adoptado en 1998, establece las bases jurídicas de la CPI y define los crímenes juzgados. Y vale la pena recordar algunos de sus artículos relevantes, en particular el artículo 86 relativo a la obligación de cooperación, que estipula que los Estados partes tienen la obligación de cooperar plenamente con la CPI en el desempeño de su trabajo. Esto incluye la obligación de ejecutar órdenes de detención.
Israel, al igual que su principal aliado y protector, Estados Unidos, no se encuentra entre los aproximadamente 124 estados miembros de la CPI, pero esto no minimiza el significado jurídico y simbólico de la orden de arresto emitida ayer por la CPI contra Netanyahu y Gallant. que se lo pensarán dos veces antes de abandonar su país.
Sanciones y presiones diplomáticas
El artículo 89, relativo al arresto y entrega de personas, detalla los procedimientos mediante los cuales un Estado debe entregar a una persona que es objeto de una orden de la CPI. Los Estados deben tratar estas solicitudes con seriedad y participar activamente.
Según el artículo 27 sobre la inmunidad de los jefes de Estado, la capacidad oficial de una persona, incluida la de jefe de Estado, no puede utilizarse como medio para escapar de la jurisdicción de la CPI por crímenes internacionales.
En cuanto al impacto de una medida judicial tan restrictiva en las relaciones internacionales, citaremos la obligación de cooperación a la que están obligados los Estados firmantes del Estatuto de Roma. Como la CPI no puede realizar arrestos por sí misma, los estados signatarios deben arrestar y entregar a las personas bajo orden de arresto. Esto crea presión sobre los gobiernos que buscan mantener relaciones diplomáticas con individuos o regímenes objetivo de la Corte.
El incumplimiento de las órdenes de arresto puede resultar en sanciones económicas, medidas diplomáticas y presiones de organismos internacionales como la ONU. Esto también puede afectar las relaciones bilaterales entre estados.
En cuanto a la responsabilidad penal individual, cabe señalar que las personas que facilitan el movimiento o el activismo de una persona bajo orden de arresto pueden ser procesadas por complicidad o ayuda, lo que disuade a ciertos actores estatales o no estatales de colaborar con estas personas que se han convertido en parias internacionales.
Evolución de los estándares internacionales
La CPI desempeña un papel vital en el desarrollo del derecho de justicia penal internacional. La existencia de órdenes de arresto subraya el compromiso con la responsabilidad y la rendición de cuentas, alentando a los Estados a respetar los estándares internacionales.
En resumen, la orden de arresto de la CPI no es sólo un instrumento legal, sino también una poderosa herramienta de justicia internacional que afecta las relaciones entre los Estados. Impulsa la cooperación internacional al tiempo que destaca cuestiones de responsabilidad individual. Esto subraya la importancia de la comunidad internacional en la lucha contra la impunidad de los crímenes más graves.
A modo de recordatorio, citaremos a los jefes de Estado que han sido objeto de una orden de arresto de la CPI:
– El presidente ruso, Vladimir Putin, por los crímenes de guerra perpetrados en Ucrania, pero su país no reconoce la jurisdicción de esta jurisdicción;
– el vicepresidente del Congo, Jean-Pierre Bemba, condenado por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra cometidos en la República Centroafricana, condenado en primera instancia a dieciocho años de prisión y posteriormente absuelto;
– El ex presidente depuesto de Sudán, Omar El-Bashir, fue el primer jefe de Estado en ejercicio procesado por la CPI. Acusado en 2009 de crímenes de guerra y de lesa humanidad, luego en 2010 de genocidio durante el conflicto de Darfur, fue derrocado en 2019 y permanecerá para siempre en Sudán, entre prisión y hospital militar;
– el expresidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, estará detenido durante siete años en La Haya, antes de ser declarado inocente en 2019 y absuelto en 2021;
– el guía libio Muammar Gaddafi, fallecido en octubre de 2011, su hijo Seif Al-Islam y su jefe de inteligencia Abdallah Senoussi, que todavía están bajo orden de arresto de la CPI;
– El presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, es el primer jefe de Estado en ejercicio que comparece ante la CPI en 2014, por la violencia postelectoral que desgarró a Kenia a finales de 2007 y principios de 2008, pero será absuelto por falta de pruebas.
Es a este club de criminales internacionales al que se están uniendo Netanyahu y Gallant. Y eso lo dice todo…
*Traductora y escritora.