Rumanía firmó el jueves un contrato para la compra de 32 aviones de combate furtivos F-35 en Estados Unidos, una inversión militar histórica para este país vecino, Ucrania, que se convierte en el vigésimo miembro de un creciente círculo de compradores.
Estimada en 6,5 mil millones de dólares (6,1 mil millones de euros) por el Parlamento rumano, esta adquisición “reforzará considerablemente nuestras capacidades de defensa”, declaró el primer ministro Marcel Ciolacu durante una ceremonia en Bucarest.
“Desafortunadamente, la situación geopolítica actual demuestra la urgente necesidad de fuertes elementos disuasorios, tanto a nivel de la alianza atlántica como a nivel nacional”, añadió.
El país de Europa del Este, al frente de la OTAN desde el lanzamiento de la ofensiva rusa en Ucrania, está intensificando sus esfuerzos para modernizar su defensa.
Presente a su lado, la embajadora de Estados Unidos, Kathleen Kavalec, saludó “un paso importante, que contribuirá significativamente (…) a nuestra seguridad colectiva”.
El Departamento de Estado de Estados Unidos aprobó la venta en septiembre.
Rumanía se separó en 2023 de sus obsoletos aviones de combate Mig-21 LanceR, heredados de la era comunista. Fueron reemplazados por F-16 estadounidenses de segunda mano, comprados en Portugal y Noruega, a la espera de los F-35, que se espera que entren en servicio en la década de 2030.
– “vigésimo miembro” del club –
Después de Polonia, Finlandia y Alemania en los últimos años, Rumanía “se convierte en el vigésimo miembro de la alianza mundial F-35”, celebró el gigante estadounidense Lockheed Martin, fabricante de los cazas, en un comunicado.
Se trata principalmente de países de la OTAN y aliados cercanos de Washington en Asia, como Corea del Sur y Japón.
Según el grupo, hay más de mil dispositivos en funcionamiento en todo el mundo. Francia diseñó el Rafale para mantener la autonomía estratégica.
El F-35, el llamado avión furtivo de quinta generación, está equipado con motores de la empresa estadounidense Pratt and Whitney. Se utilizó especialmente en Irak y Siria contra el grupo Estado Islámico.
Considerado desde el principio como un producto de exportación destinado a asegurar el dominio de Washington en el mercado de los aviones de combate, el avión se presenta como una maravilla tecnológica y versátil, pero su desarrollo se vio afectado por su complejidad, en particular por el diseño de programas informáticos y la integración de diferentes sistemas.
Sus costes operativos excesivamente elevados también hacen temer que no sean sostenibles, según sus detractores.
Con la compra de estos aviones de última generación, Rumanía “se alinea con el resto del mundo”, comentó a la AFP el experto en seguridad Hari Bucur Marcu, ex coronel de la aviación que contribuyó a la integración de las fuerzas rumanas en la OTAN en 2004.
“Demuestra que está dispuesto, junto con otros países europeos, a asumir más responsabilidades, en caso de que la guerra traspase las fronteras de Ucrania”.
El país, que comparte una frontera de 650 kilómetros con su vecino ucraniano y limita con el Mar Negro, ha descubierto repetidamente restos de drones rusos en su territorio y ahora está constantemente en alerta.
En este contexto, apuesta por modernizar su defensa y dice que quiere aumentar su presupuesto hasta el 2,5% del producto interior bruto (PIB). Un objetivo que no alcanzó el año pasado (el 1,6% del PIB, según cifras de la OTAN, por debajo del umbral exigido del 2%).
Con la ayuda de los países aliados se ha creado un centro regional de formación para pilotos de F-16, donde entrenan soldados rumanos pero también ucranianos.
También están desplegados en suelo rumano más de 5.000 soldados de la OTAN, el mayor contingente de fuerzas de la Alianza Atlántica en el flanco sureste de Europa.