La decisión de importar carnes rojas con exenciones fiscales y aduaneras sigue generando interrogantes y críticas. A pesar de estas medidas, la Federación Nacional de Protección al Consumidor subraya que su impacto sobre los precios sigue siendo insignificante para los ciudadanos, que siguen sintiendo el peso de los altos precios.
Con unas importaciones totales que alcanzan las 85.000 toneladas, divididas entre 44.480 toneladas de ganado vivo y 40.000 toneladas de carne sacrificada, estos volúmenes cubren sólo el 11% de las necesidades anuales estimadas en 784.000 toneladas. Esta baja cobertura explica por qué los precios de la carne siguen siendo altos, privando así a esta estrategia de importación de una eficacia significativa.
Ouadie Madih, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Consumidores (FNAC), confirma esta observación: “El precio de la carne de vacuno se mantiene entre 100 y 110 dirhams, un precio que se observa habitualmente en el mercado marroquí. Aunque algunas fuentes nos han enviado pruebas de ventas a 80 dírhams por parte de algunos carniceros, este esfuerzo sigue siendo insuficiente para tener un impacto real en los consumidores.
Madih también señala que estas importaciones no han logrado su objetivo principal:
“Cualquier importación que no pueda contrarrestar los precios actuales del mercado es, en mi opinión, una operación fallida”.
Más allá de los precios, la cuestión de la trazabilidad y la seguridad sanitaria de la carne importada plantea serias preocupaciones. Las fotografías analizadas por la FNAC muestran anomalías en la elaboración y envasado de los productos, lo que refuerza los temores relacionados con su calidad: “Observamos trozos de carne envueltos en film transparente sin indicación clara de su origen ni de su estado: congelado o refrigerado. Esta falta de información va en contra de las leyes de protección al consumidor y seguridad sanitaria”.
Madih advierte de los riesgos que corren los consumidores por estos productos mal identificados: “Si un consumidor compra carne refrigerada y luego la congela sin saber que ya ha sido congelada antes, esto representa un gran peligro para la salud. »
Un circuito logístico descontrolado
La FNAC critica también el incumplimiento de los requisitos de la Oficina Nacional de Seguridad Alimentaria (ONSSA) para garantizar una cadena de frío continua.
“El importador deberá contar con almacenes adecuados para mantener el congelamiento o refrigeración de las carnes importadas. Sin embargo, la realidad sobre el terreno muestra que esta cadena está interrumpida. Tenemos carniceros que venden piezas sin saber si están congeladas o refrigeradas”, lamenta Madih.
Ante estos retos, la FNAC insiste en la necesidad de reforzar la transparencia, informar mejor a los consumidores y controlar rigurosamente los precios y la calidad de los productos. “No decimos que debamos dejar de importar, sino que hay que hacerlo en un marco que garantice la seguridad y la satisfacción del consumidor”, concluye Madih.
Una solución temporal insuficiente
Por lo tanto, la Federación pide una revisión de las prioridades: fortalecer el apoyo a la ganadería nacional y reestructurar de manera sostenible el sector ganadero. También propone un mayor control de los precios y la sanidad de los productos, el establecimiento de circuitos directos entre granjas y mataderos, y la limitación del acceso de los animales importados a los mercados locales. También se planteó la posibilidad de poner un tope a los precios de la carne, como producto subsidiado.
La estrategia de importación, aunque ambiciosa, ha generado duras críticas al gobierno. Con una pérdida de ingresos públicos estimada en 13 mil millones de dírhams debido a las exenciones fiscales, los consumidores dicen que se benefician poco de estas medidas. Las acusaciones vuelan, denunciando una gestión que favorece más a los importadores que a los ciudadanos.
Si bien la estrategia de importación parece lejos de lograr sus objetivos, esta situación pone de relieve la urgencia de una reestructuración sostenible del sector ganadero nacional y una mejor gestión de los circuitos de distribución para garantizar precios justos y una seguridad alimentaria ejemplar.