¿Ratas que conducen? Sí y además ¡les encanta! | Innovaciones

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Este año, los investigadores hicieron algo completamente loco: enseñaron a ratas a conducir minicoches. No, no estás soñando y este no es el argumento para una nueva película de Pixar. Este experimento único nos enseñó mucho sobre cómo funciona el cerebro y el proceso de aprendizaje.

Todo empezó con una simple caja de cereales transformada en un vehículo bastante rudimentario en el que los científicos instalaron un pequeño cable metálico que servía de acelerador. Luego entrenaron a sus ratas para que lo manejaran. El proyecto funcionó tan bien que evolucionó hacia vehículos más sofisticados, verdaderos “ROV” (vehículos operados por ratas) diseñados por expertos en robótica, equipados con cableado resistente a los roedores, neumáticos indestructibles y palancas ergonómicas: ¡una especie de versión de Tesla para roedores!

Luego, los investigadores notaron rápidamente que las ratas alojadas en ambientes enriquecidos (con juguetes, espacio y compañeros) aprendían más rápidamente que sus contrapartes que vivían en jaulas estándar. Este descubrimiento ayudó a confirmar una teoría que encuentro fascinante: un entorno complejo mejora la neuroplasticidad, esta capacidad del cerebro para reconfigurarse y crear nuevas conexiones a lo largo de la vida.

El aprendizaje se realizó paso a paso, como en una auténtica autoescuela para roedores. Primero acciones básicas como subir al vehículo y presionar una palanca, luego comportamientos gradualmente más complejos como dirigir el automóvil hacia un destino específico. ¿La recompensa? Un delicioso Froot Loop que les esperaba al final. ¿Puedo tener algunos también?

Pero luego la historia se vuelve aún más emocionante. De hecho, los científicos notaron que las ratas parecían realmente entusiasmadas con la conducción. Sí, sí, literalmente estaban saltando a su vehículo incluso antes de que los invitáramos, como un perro emocionado por salir a caminar. Esta observación fue particularmente sorprendente durante el verano de 2020, en medio de una pandemia, cuando incluso las ratas de laboratorio sentían el aislamiento emocional general (encierro, el mejor momento de mi vida, por cierto).

Esta observación condujo entonces a una nueva dirección de investigación centrada en la anticipación del placer. Por lo tanto, los investigadores establecieron un protocolo llamado “Espéralo” donde las ratas tuvieron que esperar antes de recibir su recompensa. Algunas tuvieron que esperar 15 minutos después de colocar un bloque de Lego en su jaula antes de recibir su premio, o esperar unos minutos antes de acceder a su zona de juego. Los resultados fueron sorprendentes: las ratas que tuvieron que esperar desarrollaron un estilo cognitivo más optimista y mejor. Habilidades para la resolución de problemas.


Un detalle particularmente interesante llamó la atención de los investigadores: algunas ratas levantaron la cola en forma de gancho, un comportamiento nunca antes observado. Esta postura, llamada “cola de Straub”, suele estar asociada con la liberación de dopamina y opiáceos naturales en el cerebro. ¡Claramente, estas ratas se encontraban en un estado de intenso bienestar! La felicidad suprema…

Pero lo más sorprendente es que cuando les dieron a elegir entre caminar directamente a su recompensa o tomar un desvío para usar su coche, ¡varias ratas eligieron la segunda opción! Esto sugiere que el viaje en sí fue una fuente de placer, no sólo una recompensa.

Obviamente, estos hallazgos tienen profundas implicaciones para nuestra comprensión de la felicidad y el aprendizaje. Así como nuestros antepasados ​​desarrollaron habilidades como el fuego control o la creación de herramientas de piedra, nuestros cerebros están programados para aprender nuevas habilidades a lo largo de la vida. Así que sería una pena zombificarte pasando historias de mierda en TikTok todo el día.

Los investigadores también encontraron que las ratas expuestas a estas experiencias positivas mostraron cambios en sus circuitos cerebrales de recompensa. En sus cerebros, las áreas asociadas con experiencias placenteras se expandieron, mientras que las relacionadas con el miedo se redujeron, como si sus cerebros fueran un piano que el entorno pudiera afinar de manera diferente.

Entonces, en este mundo grotesco donde la gratificación instantánea es omnipresente, tomarse el tiempo para anticipar y saborear experiencias positivas puede ser crucial para nuestro bienestar mental.

Entonces, ya seas una rata que aprende a conducir o un humano que descubre una nueva habilidad, el placer de aprender y el camino hacia tu objetivo pueden ser tan gratificantes como el destino mismo. Piénsalo la próxima vez que estés en modo “road rage” al volante de tu Golf, pegándote al trasero del tipo que tienes delante, antes de adelantarlo sobre una línea blanca mientras le señalas con el dedo ^^.

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