Es un milagro. Desde hace alrededor de mil años, esta pequeña capilla en forma de cruz griega se distingue del pequeño pueblo de Mérifons (Hérault). Ella vigila el espléndido valle de Salagou. Su larga historia, con toda probabilidad, debería haber terminado en ruinas. En su interior crecía incluso un enorme almez… Hasta que en los años 70 una asociación se hizo cargo. Hoy en día, una vez al año, el edificio abre sus puertas para la misa de la Ascensión del jueves.
Pero aparece una nueva amenaza. En las paredes interiores se depositan musgo y moho: “El tejado fue rehecho en los años 70 con piedra de pizarra, pero sin las técnicas adecuadas”, afirma la alcaldesa Sophie Costeau. El tejado no es lo suficientemente empinado y la piedra está empapada. »
Antes de que la humedad cause más daños, se trabaja para inclinar aún más el tejado. Tras su impulso, la iglesia contará con vidrieras y el ayuntamiento planea erigir un columbario cerca: como el pueblo no tiene cementerio, los residentes podrán colocar allí urnas funerarias. En una pequeña ciudad de unas cuarenta personas, todos estos esfuerzos por dar vida al lugar se ven coronados por Premio Peregrino a la Transmisión y al Compartir en colaboración con la fundación La Sauvegarde de l’art français.
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