“Make America Great Again”, el eslogan electoral de Donald Trump, también se refleja en el mercado de divisas. Desde la victoria del candidato presidencial republicano, el dólar ha intensificado su apreciación frente al euro, que la semana pasada se acercó al umbral del 1,05. Casi todos los analistas de los grandes bancos han revisado sus previsiones.
Muchos, como Barclays y Nomura, cuentan ahora con un retorno a la paridad con el euro en el corto plazo. Esto es también lo que juegan los participantes en los mercados de opciones, donde dominan en gran medida las apuestas contra el euro. Pero el dólar también ha ganado desde principios de mes frente a todas las demás monedas importantes, lo que demuestra que su fortaleza se debe principalmente a razones internas.
La Fed más cautelosa
Este fenómeno recuerda lo que ocurrió hace ocho años, cuando Donald Trump fue elegido presidente por primera vez. Luego, el dólar subió ante las expectativas de un aumento de los aranceles aduaneros y del estímulo fiscal de Estados Unidos, lo que aumentó los diferenciales de tipos a su favor. Sin embargo, el movimiento se revirtió a principios de 2017.
Hoy, el dólar vuelve a beneficiarse del fuerte aumento de los rendimientos de los bonos. Un aumento apoyado en los datos de precios en Estados Unidos de octubre, que muestran un cierto repunte de la inflación.
Durante una conferencia celebrada en Dallas el 14 de noviembre, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, adoptó un tono más cauteloso sobre el proceso de flexibilización monetaria, destacando la solidez de la economía estadounidense. “En dos meses han desaparecido 100 puntos básicos de flexibilización monetaria. El tipo implícito para diciembre de 2025 se sitúa ahora en el 3,85%”, observa el banco Natixis.
También influyen factores estructurales. Con la fuerza del crecimiento al otro lado del Atlántico, que debería beneficiarse del programa “proempresarial” de Donald Trump, el dólar sigue atrayendo capitales de todo el mundo.
Por lo tanto, el Tesoro estadounidense no tiene dificultades para financiarse, ya que el apetito del resto del mundo por sus títulos (muy líquidos, seguros y rentables) es fuerte. Sin mencionar que el dólar sigue siendo, con diferencia, la principal moneda de reserva y de cambio del mundo.
Deficiencias europeas
Frente a este panorama bastante halagüeño, el euro parece sombrío. De hecho, la zona del euro está en pleno declive económico. Su crecimiento se ve obstaculizado por graves deficiencias que minan su competitividad, como destaca recientemente el informe Draghi (investigación y desarrollo insuficientes, retraso en las inversiones tecnológicas, falta de coordinación de las políticas industriales y de un mercado único de capitales…).
Por lo tanto, la brecha de crecimiento debería seguir siendo en gran medida ventajosa para Estados Unidos. Suficiente para mantener un diferencial de tipos de interés a corto y largo plazo a favor del dólar, estima Marc Touati, presidente de la firma ACDEFI.
Para colmo, los dos pesos pesados de la zona –Alemania y Francia– se enfrentan a importantes crisis políticas. Mientras que en otros países, como Italia, Países Bajos y Austria, el euroescepticismo se está afianzando. El atractivo de la moneda única sólo puede verse afectado por este contexto cada vez más perjudicial.