La primera mañana de su juicio se centró en la personalidad del hombre encarcelado desde el 15 de noviembre de 2021. Una detención marcada por formación, trabajos, abandono por falta de asistencia, procedimientos disciplinarios por uso de teléfono móvil en prisión, intento de contrabando de drogas. Los narcóticos moldearon a este treintañero, el cannabis y la cocaína estaban en el centro de sus relaciones y de sus problemas. Dice que los dejó hace un año, teme volver atrás, le cuesta comprender que es a causa de sus sustancias que se encuentra en el banquillo.
Una vida social enteramente basada en los narcóticos
Nacido prematuramente, presenta problemas de aprendizaje, dislexia severa en una estructura familiar fragmentada: dos medias hermanas por un lado, un medio hermano y una media hermana por el otro, tres hermanos y hermanas y padres a los que no recuerda haber visto. viviendo juntos. Describe una infancia feliz a pesar de “un sentimiento de rechazo” por parte de su familia, como testificó en la audiencia y ante el trabajador sociojudicial de Salvaguarda 56. Criado más por sus medias hermanas que por su madre presa con adicción al alcohol, es muy cercano a su sobrino, el futbolista Enzo Le Fée, con quien creció, “como un hermano”.
“No tengo cultura, no sé qué decir. Con la cocaína estoy más vivo, hablo con la gente. »
En prisión, Guillaume Lieury recibe muchas visitas, pero sólo de su familia, que hoy parece ser un apoyo fundamental, ya que debido a “su rica vida social” de antes, no queda nadie. “Realmente no contaba con eso, pero sí, me dejaron ir. » Este treintañero solitario, aislado sobre todo por sus dificultades de aprendizaje, encontró en las drogas una manera de hacer amigos, de conservarlos ofreciéndolos generosamente. “No tengo cultura, no sé qué decir. Con la cocaína estoy más vivo, hablo con la gente”, informa hoy.
Trabajó con un CAP en mecánica y un empleador lo describe como “trabajador”. Sin embargo, perdió su contrato indefinido debido a numerosas ausencias, “monopolizadas por su teléfono y sus problemas personales”, afirma su exjefe. Trabaja para financiar su consumo y sus salidas. A veces vive con su madre, su hermana, en pareja, con amigos. “No me sentía bien, bebía y salía mucho, así que por la mañana…” Salía solo de discoteca, pero encontraba fácilmente compañeros nocturnos gracias a algunos rastros de negocios. Amigos de las drogas, nada más. Fue en una discoteca donde conoció a la víctima, unos meses antes del asesinato.
¿Una deuda de drogas de 700 euros?
El acusado se abasteció de estupefacientes por valor de 2.000 euros que, según las audiencias, entregó a la víctima con la esperanza de obtener de ella 2.700 euros. Dinero cuyo color nunca habría visto. El 12 de noviembre, decidido a recuperarlo, ingresó al domicilio de la víctima, quien se encontraba ausente. Luego se concertó una reunión en el aparcamiento de Lanester y todos acudieron con refuerzos, armas: herramientas de jardinería, un cuchillo, una lata de gas lacrimógeno. El tono subió, los insultos volaron y Guillaume Bertincourt fue apuñalado mortalmente. Los médicos forenses están llamados a declarar este miércoles por la tarde.
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