Diez años después, las heridas siguen abiertas

Diez años después, las heridas siguen abiertas
Diez años después, las heridas siguen abiertas
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Fue hace diez años. En Vernier, la casa de solicitantes de asilo de Tattes se incendió, matando a un residente e hiriendo a 40 personas. Diez años después, la asociación Solidarité Tattes sigue exigiendo justicia y exigiendo soluciones al Estado para las víctimas que aún sufren en sus carnes y en sus vidas.

Los gritos y el caos afuera. En el edificio, algunos vecinos de la vivienda, atrapados por las llamas, saltarán por la ventana para intentar salvar sus vidas. Al final de esta trágica noche del 16 al 17 de noviembre de 2014, el saldo de la tragedia fue elevado: un hombre perdió la vida durante el incendio. Otros 40 residentes resultaron heridos, algunos de gravedad.

Diez años después, la asociación Solidarité Tattes conmemoró esta trágica catástrofe en el lugar del incendio en presencia de dos supervivientes que ahora residen en Ginebra.

Steve saltó desde el último piso. Los médicos lo han reconocido como 100% discapacitado, no puede trabajar. Pero para recibir un seguro de invalidez es necesario haber trabajado al menos 3 años. Lo cual no es el caso de Steve. Con 49 años y licencia B, este padre de tres hijos sigue atrapado en el hospicio. Pero continúa su lucha por ser reconocido por la IA. “Vivo con dolor todos los días. El dinero que me da el Hospicio hoy no es suficiente para mantener a mis tres hijos y a mi esposa. Para obtener la IA peleo, peleé mucho y sigo peleando. Pero la respuesta siempre es no”, se lamenta Steve.

Solidarité Tattes exige ingresos dignos para las víctimas en situación precaria

Aliou saltó desde el segundo piso: fractura de columna, su espalda está revestida de titanio. 50% discapacitado, ahora posee una licencia F, sin pensión de IA por las mismas razones que Steve. A pesar de su precaria condición física, Aliou tiene que trabajar como portero en un hotel. En el futuro le gustaría traer a su hija. Pero su licencia F no autoriza la reunificación familiar. Pretende ser reconocido como víctima y denuncia la lentitud de la justicia. “Ni siquiera en África es así. Nunca he visto tanta justicia, dijo exasperado. Incluso en África y con la corrupción que reina allí, no hay justicia tan lenta como ésta”.

Para estas dos víctimas del incendio, los miembros de Solidarité Tattes piden al Estado soluciones a medida para salir del estancamiento. “Pedimos al cantón que encuentre un caso de penuria para estas personas que no reúnen las condiciones para obtener AI o prestaciones federales adicionales para poder acceder a unos ingresos dignos”, explica Juliette Fioretta.

El Tribunal Federal debe decidir el proceso penal

Diez años después de los hechos, el proceso penal relacionado con el incendio de Tattes continúa en curso, lo que no permite conceder la indemnización a la que tendrían derecho las víctimas. Condenados en apelación, el jefe de seguridad de la casa de los demandantes, así como los agentes de seguridad, han apelado desde entonces ante el Tribunal Federal.

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