El Líbano está perdiendo cada día un poco más de su soberanía, de la que a menudo se ha abusado. Ahora, para hablar de su futuro, alrededor de la mesa de discusión aún virtual, tenemos a Estados Unidos, Israel, Irán, en menor medida, Francia, Qatar y la sorpresa, es Rusia. Hasta ahora muy discreto. Moscú se ha vuelto, en unas pocas semanas, esencial para cualquier acuerdo.
¿Cómo? Es muy sencillo. Programado genéticamente para ser un buen jugador de ajedrez, Vladimir Putin se presenta ahora como garante de detener el flujo de armas, contrabando y dinero hacia Hezbollah a través de Siria. Con unas tijeras en el cordón umbilical de la milicia proiraní en la mano, ofrece sus servicios a los demás interlocutores. Según algunos informes, los rusos incluso han desplegado fuerzas en el Golán sirio como muestra de seriedad.
¿Consecuencia? Según informes, se han visto columnas de vehículos que transportaban a miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán entrando a Irak desde Siria. Hay que decir que el régimen de la familia Assad no está descontento de ver que el control de Teherán sobre su país se afloja un poco. Condición para reintegrarse al redil árabe y reconstruir una reputación de frecuentabilidad. No es una victoria, pero si no lo intentas, no obtienes nada.
Una vez dicho todo esto, queda una cuestión de tamaño. ¿Qué pedirá Rusia a cambio de su ayuda? La gama de compensaciones es bastante completa. Primero, Ucrania. La famosa “operación especial” rusa lanzada en febrero de 2022, que debía durar unos días, es un amargo fracaso que provocó la muerte de cientos de miles de jóvenes rusos. Putin podría encontrar un oído más atento en Donald Trump. Un cese de la ayuda estadounidense a Ucrania provocaría la derrota de Volodymyr Zelensky y su ejército. También está en juego una relajación de las sanciones contra Rusia adoptadas por la Unión Europea, algo que Donald Trump podría fácilmente torcer el brazo.
Luego, en la región, se constata que Rusia mantiene buenas relaciones con todos. Israel, Irán, los países del Golfo, los palestinos… todos ellos se desvían periódicamente por Moscú. Como en los buenos tiempos de la Guerra Fría, la capital rusa es ahora una parada obligada. Otra gran pieza: Irán. Moscú podría ser un “facilitador” en las negociaciones con los mulás, petrificados por las amenazas israelíes de poner fin a su sueño atómico.
Ahora que Irán ha abandonado el “eje de resistencia” que él mismo creó, las cosas son más sencillas.
Los palestinos, lo mismo. Rusia mantiene excelentes relaciones con todas las facciones palestinas, incluido Hamás. Cuando se trata de discutir el futuro de Gaza y Cisjordania, la mediación rusa podría resultar valiosa.
Incluso en China, la pesadilla de Donald Trump, Rusia, muy cercana a Beijing, desempeñará un papel.
El Líbano, cuyas destrozadas instituciones ocultan cada vez más su impotencia, espera el sonido incesante de drones y redadas. Está esperando a ver con qué salsa se lo comerán. El problema de todo esto es que el país corre el riesgo de convertirse en un pequeño premio de consolación al margen de la gran negociación anunciada. Hezbollah sigue haciendo creer a un segmento cada vez más pequeño de la población que todo le va muy bien. Pero la misa parece estar dicha. Como decía Churchill, el éxito es ir de fracaso en fracaso con siempre el mismo entusiasmo. La diferencia es que a él le funcionó…