Inflación galopante, tipos de referencia disparados, socios económicos vacilantes ante las sanciones estadounidenses, gasto XXL en Defensa… La economía rusa se ha enfrentado a una serie de desafíos desde el primer día de su guerra en Ucrania. A pesar de todo, Moscú ha demostrado una resiliencia que ha sorprendido a muchos observadores. Tan recientemente como en octubre pasado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó un crecimiento del producto interno bruto (PIB) del 3,6%.
Energía, columna vertebral de Rusia
Rusia debe esta solidez a sus combustibles fósiles, el pilar central y (casi) inquebrantable de su economía. A pesar de las sanciones impuestas desde diciembre de 2022 al petróleo ruso, limitadas a 60 dólares por barril, los petrorublos siguen fluyendo hacia Rusia, fruto del aumento de las exportaciones a China y la India, y de los petroleros de la “flota negra” de Moscú, que surcan los océanos. Las bodegas se llenaron ilegalmente de petróleo a 80 dólares el barril. Según el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio, los ingresos por petróleo crudo transportado por mar (222 millones de dólares al día) aumentaron en octubre un 10% respecto al mes anterior, tras una caída de varios meses. El volumen de las exportaciones aumentó un 6%.
El Ministerio de Economía de Rusia ha elevado su previsión para las ventas de exportación de petróleo y gas en 2024, fuentes clave de ingresos presupuestarios, en 17.400 millones de dólares con respecto a la estimación anterior, hasta alcanzar los 239.700 millones de dólares, gracias a unas perspectivas de precios más favorables, según un documento visto por Reuters.
Pero el gasto ruso está aumentando: el país anunció a finales de septiembre un aumento del 30%, o casi 13,7 billones de dólares, en su presupuesto de defensa, debido a un crecimiento económico más lento. En sus estimaciones de octubre, el FMI destacó “un entorno cada vez más complicado” para el país, y un crecimiento que debería limitarse al 1,3% en 2025.
Un “maxi” grupo petrolero
Para maximizar los ingresos fósiles, los más altos círculos estatales rusos, nomenclatura tiempos modernos, planearía reunir a las grandes empresas de recursos fósiles bajo la bandera tricolor. Según información del Wall Street Journal, el ministro de Energía, Sergei Tsivilev, pariente cercano del presidente Vladimir Putin designado para este cargo en mayo, propuso un escenario que permitiría al Estado tener un mayor control sobre la producción energética rusa. El gigante estatal Rosneft absorbería al productor estatal Gazprom Neft -una filial del exportador de gas natural Gazprom- y al grupo independiente Lukoil, según fuentes familiarizadas con el asunto. Las tres empresas se encuentran actualmente bajo sanciones estadounidenses.
Una reestructuración en el reino de los titanes, que vería el nacimiento del segundo mayor productor de petróleo del mundo, después de Saudi Aramco, la joya saudí. La clave: una estrecha supervisión ministerial de los grandes grupos –tradicionalmente dirigidos por poderosos aliados de Putin, como el director general de Rosneft, Igor Sechine, y el de Gazprom, Alexei Miller– y una eliminación de la competencia que impulse precios más altos para clientes como India y Porcelana.
Otro beneficio de este plan de fusión es el acceso al brazo comercial y las entradas al mercado global de Lukoil, con sede en los Emiratos Árabes Unidos y uno de los principales transportistas de petróleo ruso desde la invasión de Ucrania. Lukoil tiene reservas en Medio Oriente, África, América y Rusia
Una empresa única, objetivo de Occidente
Interrogado por el Wall Street Journal, un portavoz de Lukoil afirmó, sin embargo, que ni la empresa ni sus accionistas estaban en negociaciones de fusión. “con nadie porque no sería lo mejor para la empresa”. Los puntos ciegos del proyecto son, efectivamente, numerosos: “Una fusión de esta magnitud siempre conlleva el riesgo de reducir temporalmente la productividad,… anulando potencialmente cualquier beneficio teórico a corto plazo”escribieron analistas de FINAM, un corredor ruso citado por Markets Insider.
También señalan que las empresas rusas separadas y las cadenas de empresas comerciales separadas facilitan a Moscú eludir las sanciones. Una sociedad única se convertiría rápidamente en un objetivo que Occidente debería derribar. ¿Qué dice al respecto el señor del Kremlin? Por el momento, nada conciso. Vladimir Putin aún no ha dado luz verde al proyecto de Sergei Tsivilev, pero la idea está ganando terreno.