El precio del chocolate en los lineales podría aumentar entre un 5 y un 10% si se adopta definitivamente un nuevo impuesto sobre los productos dulces. Una medida que divide a los más altos niveles del Estado y preocupa a los industriales del sector.
“Un niño de 8 años hoy ha consumido tanta azúcar como su abuelo durante toda su vida”. La observación de Dominique Schelcher es alarmante. El presidente y director general de Coopérative U promete, en declaraciones a RTL, seguir trabajando para frenar este “problema de salud pública”.
En el corazón de París, en el Palacio Borbón, los diputados franceses también decidieron actuar. El lunes 4 de noviembre adoptaron en primera lectura una enmienda destinada a gravar los productos alimenticios procesados que contienen azúcares añadidos. Este impuesto, apoyado por varios grupos políticos, tiene como objetivo animar a los fabricantes a ofrecer productos más virtuosos.
Se espera que el impacto en el sector de la confitería sea significativo. El chocolate, ya sea negro, blanco o con leche, no está actualmente exento de esta nueva normativa. Según estimaciones de la Confederación de Pasteleros de Chocolate, compartidas por BFM TV, el aumento de los precios en las estanterías podría alcanzar entre un 5 y un 10%. Por su parte, el sindicato del chocolate, que representa a los principales fabricantes del sector (Ferrero, Mars, Lindt), confirma un aumento similar, también gracias al aumento de los costes de las materias primas, en particular del cacao.
En un contexto en el que los franceses consumen una media de siete kilos de chocolate al año, este aumento podría cambiar significativamente los hábitos de compra. Pero ante el descontento de los industriales, el gobierno dio un giro espectacular. Mientras que la ministra de Sanidad, Geneviève Darrieussecq, se declaró inicialmente “a favor de los impuestos sobre los azúcares transformados” en La Tribune Dimanche, el ejecutivo finalmente dio marcha atrás. El ministro prefiere ahora “convencer” a los industriales en lugar de “querer gravar sistemáticamente”.
En concreto, si la Asamblea Nacional reexamina la cuestión de un impuesto sobre los azúcares transformados, podría adoptarse definitivamente. Por otro lado, en el caso de que el Gobierno opte por utilizar el artículo 49.3 para aprobar sus presupuestos, el impuesto no estará incluido.
Esta posición contrasta con la del “impuesto a las gaseosas”, introducido en 2012. A pesar de sus ingresos de 456 millones de euros en 2022, su eficacia sigue siendo limitada. Los estudios demuestran que no ha alentado suficientemente a los fabricantes a reducir el contenido de azúcar de sus productos. Por esta razón, el Gobierno de Michel Barnier apoya un endurecimiento de este impuesto existente, con la introducción de tres tramos y un aumento de los tipos, según el modelo británico.
Porque hay mucho en juego: según un estudio de la empresa Asterès, la gestión de la obesidad y sus complicaciones representa un coste evitable de más de diez mil millones de euros al año, de los cuales 8,4 mil millones para los seguros de salud.