Lo que implica la estrategia nacional baja en carbono para los grandes cultivos

Lo que implica la estrategia nacional baja en carbono para los grandes cultivos
Lo que implica la estrategia nacional baja en carbono para los grandes cultivos
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¿Cómo podrían los principales sectores agrícolas lograr los objetivos de la estrategia nacional baja en carbono (SNBC)? Si su tercera versión está actualmente en discusión, estamos hablando aquí de un objetivo -aún provisional- de reducir las emisiones directas de gases de efecto invernadero (GEI) en un 22% para 2030 con respecto a 2015.

Hoja de ruta

“Técnicamente es posible, pero económicamente es otra cuestión”, advierte Anthony Uijttewaal, jefe del departamento de agronomía, economía y medio ambiente de Arvalis. Presentó la hoja de ruta para la descarbonización de los cultivos extensivos durante las Jornadas Técnicas de las Industrias Cereales (JTIC) el 7 de noviembre de 2024.

El ejercicio fue realizado por las interprofesiones (Intercéales, Terres Univia), los institutos técnicos (Arvalis, Terres Inovia, ITB), las asociaciones especializadas de la FNSEA para los principales cultivos (AGPB, AGPM, Fop, UNPT AGPL y CGB) y la firma Agrosolutions.

“Consideramos las emisiones directas e indirectas relacionadas con los fertilizantes minerales, la energía y los fertilizantes orgánicos”, indica Anthony Uijttewaal. No hemos tenido en cuenta otros insumos, como semillas, materiales o fitos, cuyo peso es ínfimo en el sector de los cultivos extensivos. »

Nueve juegos de palancas

La consecución del objetivo está condicionada a la aplicación de nueve palancas ya disponibles en todo el sector francés. Su movilización combinada permitiría reducir las emisiones directas de GEI en un 21% con respecto a 2015: este es el indicador al que apunta el SNBC. El sumidero de carbono se mejoraría ligeramente. El balance total, que tiene en cuenta las emisiones indirectas y las evitadas, se mejoraría en un 35%.

“Para ir más allá después de 2030, serán necesarias otras innovaciones”, asegura Anthony Uijttewaal.

Suela francesa modificada

Las primeras palancas se refieren a una evolución de la rotación de cultivos:

  • El desarrollo de las leguminosas como cultivos principales: + 300.000 ha entre 2015 y 2030, para alcanzar alrededor de 971.000 ha, y al mismo tiempo un aumento del rendimiento medio de estos cultivos en un + 17%. “Nos centramos en completar el plan de proteínas”, explica Anthony Uijttewaal.
  • El desarrollo de cultivos con bajos requerimientos de nitrógeno (cáñamo, lino, girasol, etc.): + 500.000 ha, hasta alcanzar 1,26 millones de hectáreas. “Este objetivo está impulsado en gran medida por los girasoles, cuyo aumento ya se alcanzó en 2023”.
  • El desarrollo de la agricultura ecológica, hasta alcanzar el 7% de la superficie. Un nivel cercano al actual: “Inicialmente esperábamos un 10%, pero teniendo en cuenta los mercados volvimos al 7%. »

En este escenario, la superficie cultivada con cereales de paja aumentaría de 9,5 millones de hectáreas en 2015 a 8,9 millones de hectáreas en 2030. Mecánicamente, la balanza comercial del sector, impulsada por las exportaciones de trigo, se encontraría debilitada.

Fertilización

Varias palancas se refieren a la fertilización, para reducir las emisiones de óxido nitroso, un potente GEI.

  • Mejora en el manejo de la fertilización orgánica: adición de productos inhibidores de la volatilización al 70% de los residuos orgánicos líquidos no enterrados, y enterramiento del 50% de los fertilizantes orgánicos;
  • Evolución de la fertilización mineral: ampliación del método de evaluación, generalización de los instrumentos de decisión para la colza, gestión para el girasol; desarrollo de inhibidores de nitrificación en el 20% de las superficies convencionales; elección de formas menos emisivas (sustitución del 50% de la urea por urea con inhibidor y del 50% de la solución de nitrógeno por amonitrato); entierro de soluciones de nitrógeno en cultivos en hileras;
  • Desarrollo de genéticas más eficientes en nitrógeno: continuación de la tendencia actual (aumento de la eficiencia del nitrógeno en un 1% cada tres años con rendimiento y contenido proteico constantes) en cereales de paja y maíz. “Esto puede contribuir al objetivo, pero vale la pena aprovechar cualquier influencia”, comenta Anthony Uijttewaal.

Consumo de combustibles fósiles

Otras palancas completan la lista.

  • El desarrollo de agroforestería y setos: + 70.000 km lineales de setos en lindes de parcelas y + 50.000 ha de agroforestería en tierras cultivables. “Sin embargo, desde 2015 hemos perdido bastante cobertura”, señala Anthony Uijttewaal.
  • Reducir el consumo de combustibles fósiles: –20% del consumo mediante conducción ecológica, simplificación del laboreo o incluso mejora del rendimiento de las máquinas, y 50% de las máquinas funcionando con biocombustibles y biogás.
  • El desarrollo de cobertura vegetal no cosechada y plantas acompañantes: + 2,1 millones de hectáreas de cobertura, 40% de colza asociada a leguminosas, incluido un 10% bajo cobertura perenne.

Impacto en el margen

“Hoy no tenemos ningún escenario en el que alcancemos el objetivo de -22% de emisiones directas de GEI y en el que almacenemos carbono en el suelo sin afectar el margen de los agricultores”, especifica bien el experto. Sin embargo, la capacidad de almacenar carbono en el suelo, específica del sector agrícola y forestal, “sólo puede mantenerse si mantenemos el sistema productivo”.

El ejercicio que se llevó a cabo tuvo como objetivo identificar las palancas y los frenos, para luego “iniciar un diálogo con el Estado para que el objetivo se convierta en realidad”, explica Anthony Uijttewaal.

Desarrollo de la metanización.

“La ecuación es aún más compleja cuando integramos las ambiciones de suministro de bioenergía y biomateriales”, señala Anthony Uijttewaal. Los actores de esta hoja de ruta exploraron un importante escenario de desarrollo para la metanización (48 TWh de biogás). La combinación de insumos estaría compuesta por un 42% de cultivos energéticos intermedios (Cive), un 4% de cultivos dedicados y un 8% de residuos de cultivos (principalmente paja y rastrojos de maíz).

Esto requeriría 1 millón de hectáreas de cive de invierno y 450.000 ha de cive de verano. “El 10% de la tierra cultivable podría verse en Cive en la sucesión de cultivos”, pone el experto en perspectiva. Es extremadamente estructurante y no deja de tener consecuencias para los cultivos siguientes, que pueden conllevar penalizaciones de rendimiento del –10% al –25% según los sectores y cultivos”, en relación con la tensión hídrica.

En este escenario, la reducción de las emisiones de GEI es del –20% respecto a 2015, pero el almacenamiento de carbono en el suelo es un poco menor. El balance total, que tiene en cuenta las emisiones indirectas y las evitadas, mejora un 38%.

Este trabajo cumple con los requisitos de la ley de Clima y Resiliencia (2021), que establece la hoja de ruta de descarbonización para los sectores que más GEI emiten.

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