Es una figura importante del panorama artístico del siglo XX, que lamentablemente permaneció durante demasiado tiempo a la sombra de su marido, Fernand Léger. Hoy, el Museo Maillol repara esta injusticia poniendo en valor su obra a través de una exposición llamada “Nadia Léger, una mujer de vanguardia”. Una retrospectiva cronológica, compuesta por unas 120 obras, cuya escenografía ha sido diseñada para ponerlas en diálogo con otros artistas de renombre, como Pablo Picasso, Nicolas de Staël, Hans Hartung, Marcelle Cahn… Una exposición para descubrir hasta el 23 de marzo. 2025.
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Nadia Khodosievich nació en 1904 en Bielorrusia. A pesar de su ascendencia campesina, soñaba con lienzos y pinceles desde los 15 años. Luego se matriculó en el Palacio de las Artes, creado por el gobierno soviético, para aprender a dibujar. Quien quiere ser pintor se sienta en los bancos de bellas artes de Smolensk. Fue allí donde conoció a su primer mentor, Kasimir Malevich, padre fundador del movimiento supremacista.
Encuentros decisivos
En 1921 todo se aceleró. Nadia Khodossievich partió hacia Varsovia, donde tres años más tarde se casó con el pintor Stanislas Grabowski. Al año siguiente, la joven se unió a las filas de la Académie Moderne de Paris. En aquella época, su director era un tal Fernand Léger. Un tamaño que ella idolatra. Rápidamente y gracias a su talento, se convirtió en su mano derecha y él le confió el puesto de profesora asistente.
En 1927, recién madre de una niña, Nadia Khodossievitch abandonó a Stanislas Grabowski y cayó en brazos de Fernand Léger. Ahora su amante, se casó con él recién en 1952, tres años antes de su desaparición. Gracias al Atelier Léger, donde enseña y expone la mayoría de sus pinturas, Nadia Léger se cruza con Piet Mondrian, Hans Arp, Pablo Picasso.
Durante su carrera, el artista se dejó atravesar por varias tendencias. Después del cubismo de los años 20 y de una serie de desnudos y naturalezas muertas, probó el surrealismo, como lo demuestra en particular “Los juguetes de mi hija en el espacio” (1932). Luego vienen, efímeramente, el suprematismo y el realismo.
Nadia Léger, una artista comprometida
En la década de 1930 se involucró en el Partido Comunista y demostró su simpatía por el Frente Popular para el que pintó obras, utilizadas como estandartes en las manifestaciones. Continuó pintando cuando, bajo la ocupación, el Atelier Léger se vio obligado a cerrar sus puertas. Luego se unió a la resistencia y luego a la Unión de Patriotas Soviéticos, cuando su marido encontró refugio en Estados Unidos. Nadia Léger, por su parte, hizo uso de sus pinceles como única arma y realizó cuadros impactantes como “El juramento de un luchador de la resistencia” (1941).
Tras la muerte de su marido en agosto de 1955, Nadia Léger trabajó para promover su legado. Para ello, construyó el museo Fernand-Léger en Biot, en los Alpes Marítimos, y donó varios centenares de obras (pinturas, dibujos, etc.). Quince años más tarde, transformó la casa familiar situada en Normandía en un segundo museo, el museo de la granja Fernand-Léger.
Pintora, editora de revistas, colaboradora de su marido, fundadora de museos, luchadora de la resistencia y activista comunista convencida… Nadia Khodossievitch, que se convirtió en Nadia Léger, fue todo eso al mismo tiempo. Una mujer excepcional, fallecida en 1982, a la edad de 78 años.