Mientras que las inundaciones causaron más de 200 muertos en España el 29 de octubre, Francia lleva dos décadas trabajando para hacer frente a este tipo de mal tiempo. Ejemplo en Nimes, muy afectada en 1988, donde trabajamos y sensibilizamos a la población. Lo explica Claude de Girardi, representante electo de Nîmes Métropole para la prevención de inundaciones.
¿Qué ha cambiado en Nimes entre 1988, año de las terribles inundaciones que dejaron 11 muertos, y hoy?
En primer lugar, las obras de gran envergadura que consistieron, inicialmente, en realizar cuencas de retención aguas arriba (18 en total, ndr) pero también cuencas de ampliación, aguas abajo, para evitar que nuestro propio territorio no provoque inundaciones más lejos. Y, sobre todo, la recalibración de los gifteaux, estas estructuras subterráneas que, una vez finalizadas las obras en 2027, multiplicarán por diez la capacidad de flujo bajo la ciudad. Se trata de obras enormes, muy caras (228 millones de euros, ndr.), que causaron molestias pero que fueron bien recibidas por la población ante los desafíos. Más allá de estos proyectos, los primeros Papi (programas de acción de prevención de inundaciones, ndr) permitieron desarrollar planes de prevención de inundaciones, pero también trabajar en la cultura del riesgo, el Papi III, que estará en marcha hasta 2028, dedica así el 20% de su presupuesto de 123 millones de euros. a diversas actuaciones en materia de sensibilización ciudadana, gestión de crisis y reducción de la vulnerabilidad de los hogares y actividades económicas, con objetivos ambiciosos.
¿Cuáles son estas acciones?
Por ejemplo, en materia de concienciación sobre inundaciones, trabajamos con las escuelas. Durante el año 2023-2024, 49 clases, es decir 8.200 estudiantes repartidos en los 39 municipios que componen el establecimiento público de cuenca territorial (EPTB) Vistre Vistrenque, se beneficiaron de 87 medias jornadas de actividades denominadas “Cuando el agua se desborda” y diseñadas por proveedores de servicios especializados y se llevan a cabo periódicamente otras acciones de información al público en general. También organizamos ejercicios de gestión de crisis, con el fin de comprobar, en cada ciudad, la relevancia del plan municipal de salvaguardia, que recoge toda una serie de acciones, instrucciones, precauciones que se deben poner en práctica cuando ocurre una crisis. Así, por ejemplo, colocamos las ataguías que protegen las viviendas y cuándo. ; donde se prepara una sala de recepción para víctimas y náufragos del camino; qué restricciones de tráfico deberían implementarse; cómo nos comunicamos con los residentes… Todo esto se puede probar, para comprobar si ha ido bien, si hay puntos que mejorar.
¿Deben repetirse estas operaciones periódicamente?
Por supuesto, 1988 fue hace 35 años. La gente se fue, llegaron otros, hubo nacimientos. Evidentemente existe una memoria colectiva del acontecimiento y de los que siguieron, pero hay que cultivarla para alimentar buenos reflejos.
¿Y reconstruir?
De hecho, se trata de una operación importante para reducir la vulnerabilidad. Por ejemplo, tenemos las llamadas operaciones “protegidas”. Consiste en ofrecer a las personas, especialmente a aquellas ubicadas en zonas inundables, un diagnóstico de su vivienda o local comercial que es gratuito y destaca los puntos de vulnerabilidad y, en su caso, recomendaciones de trabajo. En este caso, el 80% del importe lo cubre el Estado. En Nimes, la ciudad y la aglomeración complementan el 20% restante, de modo que no queda ninguna responsabilidad. Sin embargo, sólo entre el 20 y el 25% de los diagnósticos dan resultado, por lo que estamos intentando eliminar las limitaciones para mejorar esta proporción. Esto todavía representa un esfuerzo significativo de 19 millones de euros al año.
¿Había también que revisar la conciencia sobre la urbanización?
En la ETPB Vistre Vistrenque, 100.000 de los 300.000 habitantes se encuentran en una zona inundable. Y dos tercios están en Nimes. Sobre estas zonas, el PPRI (plan de prevención de riesgos de inundaciones naturales) impone requisitos muy restrictivos. Algunas no son edificables y otras sólo lo son si hay zonas de elevación o refugio. Además, estamos intentando vincular determinadas OPAH (operaciones programadas para la mejora de la vivienda) a obras que permitan también reducir el riesgo de inundaciones. Esto se hizo recientemente en el distrito de Richelieu. Como veis, las obras realizadas en las cuencas de retención y en los embalses que deberían permitirnos recibir más agua que en 1988 no nos hacen menos vigilantes, al contrario, el contexto climático nos lo impone.