Nuevo choque diplomático entre Francia e Israel en Jerusalén durante la visita del ministro JN Barrot. La policía israelí armada entró en una finca francesa sin permiso, revelando fricciones constantes a pesar…
Se trata de un nuevo episodio en las relaciones, a veces tormentosas, entre Francia e Israel que tuvo lugar este jueves en Jerusalén. Durante una visita oficial del ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, un incidente empañó los intercambios diplomáticos. Agentes de policía israelíes armados entraron “sin autorización”, según el ministro, en un lugar religioso perteneciente a Francia.
Las propiedades francesas bajo tensión en Jerusalén Este
El incidente ocurrió en el Estado Nacional Eleona, ubicado en el Monte de los Olivos en Jerusalén Este. Esta parte palestina de la ciudad ha sido ocupada y anexada por Israel desde 1967, un estatus que la comunidad internacional no reconoce. Junto al lugar se encuentra también un convento carmelita bajo protección diplomática francesa.
Construida sobre la gruta conocida como “du Pater”, donde según la tradición Cristo enseñó la oración del Padre Nuestro a sus discípulos, la Eléona es una de las cuatro propiedades nacionales francesas en Jerusalén. Está al lado de la Tumba de los Reyes, la basílica de Santa Ana y la antigua comandancia cruzada de Abu Gosh. Lugares llenos de historia y símbolos, regularmente en el centro de fricciones.
Un “ataque a la integridad” denunciado por París
Calificando esta intrusión de “situación inaceptable”, el Ministro Barrot criticó “un ataque a la integridad de una zona bajo responsabilidad de Francia”. Una violación de la soberanía que, según él, podría “debilitar los vínculos” que, sin embargo, Francia intenta “cultivar con Israel”. El rector de la basílica de Santa Ana recordó el carácter sagrado y protegido de estos lugares donde “no se entra con armas”.
Es probable que este ataque debilite los vínculos que vine a cultivar con Israel, en un momento en el que todos necesitamos hacer avanzar a la región por el camino hacia la paz.
Jean-Noël Barrot, ministro francés de Asuntos Exteriores
Ante lo que considera una provocación, el jefe de la diplomacia francesa decidió acortar su visita negándose a entrar en este lugar de peregrinación. El embajador de Israel en París será citado “en los próximos días” para que dé explicaciones, anunció el Quai d’Orsay.
Un nuevo enfrentamiento tras la salida del ministro
El asunto podría haber terminado ahí. Pero pocos momentos después de la partida de Jean-Noël Barrot, estalló otro incidente. Esta vez fueron dos gendarmes franceses vestidos de civil los que fueron atacados por la policía israelí. Uno de ellos fue arrojado al suelo con fuerza antes de que se lo llevaran. “¡No me toques!”, gritaba una y otra vez. Los dos hombres finalmente fueron liberados, argumentando la policía que no vestían uniforme y no habían presentado sus tarjetas profesionales.
Una justificación que lucha por convencer del lado francés. “Saben que trabajamos en el consulado general de Francia”, reaccionó uno de los dos agentes. Para la policía israelí, los dos individuos habían “negado la entrada al lugar a los agentes israelíes responsables de la seguridad del ministro”. Versiones opuestas, cristalizando las diferencias en estos espacios en disputa.
Una larga lista de escaramuzas diplomáticas
No es la primera vez que los dominios franceses de Jerusalén son escenario de tensiones. En enero de 2022, la visita de Emmanuel Macron ya estuvo marcada por una estampida frente a la basílica de Santa Ana. “No me gusta lo que hiciste delante de mí”, dijo el presidente francés a un oficial de policía israelí ligeramente demasiado entusiasta.
En 1996, una escena similar enfrentó a Jacques Chirac con soldados israelíes que lo rodeaban de cerca. “¿Quieren que vuelva a subir a mi avión?”, dijo el jefe de Estado, exigiendo que los soldados abandonaran la zona. Incidentes repetidos que ilustran la extrema sensibilidad que rodea el estatus de Jerusalén y las afirmaciones contradictorias que allí se hacen.
Un status quo frágil en un contexto de tensiones
Si Francia e Israel mantienen relaciones estrechas y generalmente cordiales, la cuestión de los lugares santos sigue reavivando fricciones. París, que reivindica una forma de protección sobre determinados lugares cristianos, se niega a ver cuestionada su soberanía. Israel, por su parte, pretende afirmar su control sobre una ciudad de la que ha hecho su capital “unificada e indivisible”, a pesar del no reconocimiento de la comunidad internacional.
En este contexto, el status quo sigue siendo frágil. Cada incidente, incluso el menor, adquiere un significado simbólico y político. El deseo de preservar las relaciones diplomáticas pacíficas choca periódicamente con demostraciones de fuerza sobre el terreno. Un equilibrio precario que nos ha recordado el último altercado, a riesgo de “debilitar” un poco más una relación en busca de apaciguamiento.