El gigante petrolero Aramco ve caer su beneficio neto un 15% en el tercer trimestre de 2024 hasta los 27.560 millones de dólares, penalizado por los bajos precios del crudo y los márgenes de refinación. ¿Cómo se está adaptando Arabia Saudita a este difícil contexto de mercado? Descubra las cuestiones económicas y estratégicas…
Aramco, el gigante petrolero saudí, acaba de anunciar una importante caída del 15% en su beneficio neto en el tercer trimestre de 2024 en comparación con el mismo período del año anterior. Agotados por los bajos precios del crudo y los márgenes de refinado bajo presión, los beneficios del grupo ascendieron a 27,56 mil millones de dólares durante el período, frente a 32,58 mil millones de dólares el año anterior. Una caída que plantea interrogantes sobre la resiliencia de la economía saudí, de la que Aramco es un pilar esencial.
Un mercado petrolero bajo tensión
Detrás de este pobre desempeño se esconde un cóctel de factores desfavorables. Si bien Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo, tiene una capacidad de producción de 12 millones de barriles por día (mbd), actualmente bombea alrededor de 9 mbd. Una moderación voluntaria destinada a sostener los precios, pero que pesa mecánicamente sobre los volúmenes vendidos por Aramco.
Al mismo tiempo, los márgenes de refinación siguen bajo presión, lo que presiona aún más la rentabilidad de la empresa nacional. Una situación que refleja las dificultades del mercado petrolero en su conjunto, frente a una demanda global mediocre y a incertidumbres persistentes en el frente geopolítico.
La OPEP+ mantiene el rumbo de las reducciones
Ante este delicado entorno, la OPEP+ intenta mantener el control. El cártel liderado por Riad y Moscú acaba de renovar hasta finales de 2024 un recorte adicional de 2 mbd respecto a sus cuotas ya vigentes. Una decisión que debería permitir mantener el barril de Brent por encima de los 75 dólares, nivel considerado aceptable por el reino.
Aramco se mantiene fuerte a pesar de los vientos en contra
A pesar de la disminución de sus beneficios, Aramco afirma poder capear el temporal. “La empresa generó un sólido beneficio neto y un importante flujo de caja en el tercer trimestre”, declaró su director general, Amin Nasser. El grupo también tiene la intención de continuar sus inversiones para “reforzar su posición como actor global importante en energía y petroquímica”.
Visión 2030: el desafío de la diversificación
Para Arabia Saudita, Aramco sigue siendo un activo central. Principal proveedor de recursos para el presupuesto estatal, el grupo ayuda a financiar los grandes proyectos del plan “Visión 2030”, apoyado por el príncipe heredero Mohammed bin Salman. Esta vasta estrategia apunta precisamente a prepararse para la era post-petróleo mediante una diversificación total de la economía.
En el menú: colosales inversiones en turismo con la construcción de una megalópolis futurista en el desierto (proyecto Neom), la duplicación de las capacidades del aeropuerto de Riad y el desarrollo de bienes arqueológicos y naturales únicos. Iniciativas destinadas a reducir gradualmente la dependencia saudita del oro negro.
Una transición energética delicada
Si bien los ingresos del petróleo han representado durante mucho tiempo más de 3/4 del PIB saudita, el reino ahora está mostrando su ambición de convertirse en un campeón de las energías renovables y el hidrógeno verde. Objetivo: ofrecer una alternativa creíble al petróleo en un momento en el que el calentamiento global se perfila como uno de los grandes desafíos del siglo XXI.
Sin embargo, a corto plazo, los ingresos extraordinarios de los hidrocarburos siguen siendo esenciales para financiar este profundo cambio en el modelo económico saudita. Una paradoja ilustrada por los últimos resultados mixtos de Aramco: si los beneficios están disminuyendo, siguen siendo absolutamente estratégicos para establecer la hoja de ruta trazada por los dirigentes del país.
Mantener el rumbo a pesar de la volatilidad
Y el gigante saudí debe tener precaución. Después de un ejercicio 2022 ya muy por debajo del excepcional año 2021, Aramco ha presentado unos resultados trimestrales que han tenido altibajos desde principios de año. Una montaña rusa que refleja la hipersensibilidad de los precios del petróleo a los peligros macroeconómicos y geopolíticos.
A pesar de estas turbulencias, el grupo pretende mantener el rumbo de su estrategia de 360 grados, basada en una mayor integración de sus actividades upstream y downstream, y en nuevos avances internacionales. La ambición subyacente es seguir siendo esencial en un mundo energético que cambia rápidamente. Todo un desafío para este gigante con 70.000 empleados.
La caída de los beneficios de Aramco en el tercer trimestre, por notable que sea, no cuestiona fundamentalmente la trayectoria seguida por el gigante saudí y su principal accionista, el Estado. Sin embargo, nos recuerda, si es necesario, cómo el reino sigue expuesto a los cambios de humor en los mercados petroleros. De ahí la necesidad de que Riad impulse un poco más la diversificación de su tejido económico.
Centrarse en la diversificación y la innovación.
Desarrollo de energías renovables, transformación digital, modernización de las cadenas de valor industriales, economía circular: no faltan vías para dar sustancia a esta “Visión 2030” deseada por los líderes. Tantas palancas que, a largo plazo, deberían amortiguar el impacto de golpes como el que está sufriendo actualmente Aramco.
Frente a un entorno de mercado que se ha vuelto estructuralmente volátil, la clave del éxito residirá en la capacidad del reino wahabita para llevar a cabo simultáneamente una gestión cuidadosa de sus recursos petroleros y acelerar sus proyectos de reforma. Un acto de equilibrio que el Príncipe Mohammed pretende lograr con gran éxito, con el apoyo inquebrantable de Aramco llamada a reinventarse. La historia recordará si la apuesta fue la acertada.