El gobierno francés se prepara para implementar una reforma fiscal que aumentará significativamente el impuesto sobre los billetes de avión a partir de 2025. Esta medida punitiva (una más) tiene como objetivo oficial financiar la transición ecológica contribuyendo al mismo tiempo a reducir el déficit público. Una mirada retrospectiva a los detalles de esta reforma, sus repercusiones para los viajeros y la reacción de las aerolíneas.
Un impuesto triplicado: ¿qué importe para los pasajeros?
La modificación del proyecto de ley de finanzas de 2025 prevé triplicar el impuesto de solidaridad sobre los billetes de avión, conocido como “impuesto Chirac”. Fijado actualmente en un importe de 2,63 a 63,07 euros según clase y destino, este impuesto podría aumentar hasta 9,50 euros para vuelos dentro de Europa en clase económica y hasta 120 euros para viajes de larga distancia en clase business. Estos nuevos precios se aplicarán también a los billetes ya emitidos, a partir del 1 de enero de 2025.
Este aumento tiene como objetivo principal generar mil millones de euros de ingresos adicionales, de los cuales 850 millones procederán de los servicios aéreos regulares y 150 millones de la aviación de negocios. Para los pasajeros de aviones privados, también podría ver la luz un impuesto especial de entre 300 y 3.000 euros, en función de las últimas decisiones del ministro de Transportes, François Durovray.
Air France-KLM toma la delantera
Anticipándose a la aplicación de este impuesto, el grupo Air France-KLM ya ha integrado este aumento en sus precios, aunque la enmienda aún no ha sido votada por la Asamblea Nacional. Según el grupo, este enfoque pretende evitar una pérdida importante de dinero en caso de que se aprobara la ley. Air France precisa, sin embargo, que en caso de modificaciones posteriores o de abandono del impuesto, se realizarán ajustes para corresponder a los importes realmente adeudados.
Este aumento de precios preocupa tanto a los consumidores como a los profesionales del sector. Una encuesta realizada por Odoxa revela que el 57% de los franceses se oponen a este aumento, mientras que el 76% cree que repercutirá en sus planes de vacaciones. Esta percepción alimenta el debate sobre el objetivo real del impuesto: ¿es una palanca ambiental o simplemente un medio para reponer las arcas estatales? Las críticas van en aumento, en particular por parte de la Federación Nacional de Asociaciones de Usuarios de Transporte (Fnaut), que subraya que la medida corre el riesgo de penalizar el poder adquisitivo sin fomentar un cambio real de comportamiento, como una transición hacia modos de transporte más ecológicos.
La decisión de Air France de cobrar este impuesto por adelantado ha suscitado la indignación de sindicatos y asociaciones profesionales, que denuncian una falta de consulta y una decisión unilateral. Valérie Boned, presidenta de las Compañías de Viajes (EDV), y René-Marc Chikli, presidente de la Unión de Empresas Turísticas (Seto), expresaron su desacuerdo en una carta dirigida a la dirección de Air France. Les sorprende que la empresa aplique un impuesto que aún no ha sido votado, aunque critica su implementación.
El Grupo de Industrias Aeronáuticas y Espaciales Francesas (Gifas) advierte también del impacto de este impuesto en el atractivo turístico y en el desarrollo del sector aéreo en Francia, que ya se enfrenta a importantes desafíos en un mercado europeo competitivo.
Esta reforma fiscal, aunque se inscribe en el marco de los objetivos de la transición ecológica, plantea la cuestión del equilibrio entre los imperativos medioambientales y económicos, pero también de los impuestos punitivos a los que los franceses están constantemente sometidos. Si el gobierno espera obtener ingresos adicionales para financiar proyectos ecológicos, el aumento de las tarifas podría empujar a los viajeros a revisar sus hábitos de transporte, especialmente en viajes cortos para los que el tren es una alternativa creíble.
Queda por ver cómo la industria aeronáutica, ya debilitada por las sucesivas crisis, podrá adaptarse a estas nuevas restricciones fiscales sin comprometer su competitividad ni penalizar a sus usuarios.
Foto de ilustración: DR
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