Al día siguiente de una jornada caótica, durante la cual una multitud enfurecida saludó con insultos y arrojando barro la visita del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y del rey Felipe VI a una de las localidades más afectadas por las inundaciones, la prioridad sigue siendo la localización de los desaparecidos.
El lunes por la mañana, la Agencia Meteorológica Española (Aemet) aseguró que la situación de “crisis meteorológica” había terminado en la Comunidad Valenciana. Por otro lado, situó en alerta roja a Barcelona y su área metropolitana, 350 kilómetros más al norte, donde comenzaron a caer lluvias torrenciales. En el área metropolitana de Barcelona se suspendió el tráfico de trenes de cercanías y se creó un comité de crisis en el aeropuerto internacional de Barcelona-El Prat, donde se desviaron una quincena de vuelos, según las autoridades.
“Puede ser terrible”
Según un último informe, al menos 217 personas murieron en las inundaciones ocurridas la semana pasada: 213 sólo en la región de Valencia, tres en Castilla-la-Mancha y una en Andalucía. Pero el número final de víctimas podría ser mayor: un número indeterminado de residentes sigue desaparecido y muchos aparcamientos subterráneos, completamente inundados, aún no han sido inspeccionados en su totalidad.
Las autoridades están especialmente preocupadas por la situación del aparcamiento subterráneo de Bonaire, un gran centro comercial en Aldaia, una localidad de 31.000 habitantes en las afueras de Valencia. Con una capacidad de 5.700 plazas, casi la mitad de las cuales son subterráneas, esta última está completamente inundada.
“El centro comercial está devastado en su parte alta. Y ahí abajo hay una terrible incógnita. No estamos seguros de qué encontraremos”, dijo el alcalde de Aldaia, Guillermo Luján, a la televisión pública TVE. “Queremos tener cuidado” pero “puede ser terrible”.
“Lo perdí todo”
En los últimos días, el personal de la Unidad Militar de Emergencias (UME), que interviene durante catástrofes naturales, ha instalado numerosas bombas para comenzar a evacuar el agua. Los buzos lograron penetrar bajo tierra, sin haber encontrado hasta el momento ningún cuerpo.
En las localidades más afectadas por las inundaciones, aún prevalecen la ira y la angustia, seis días después de la tragedia. Muchas calles siguen atascadas con montones de automóviles, barro y basura, y casas sin teléfono ni electricidad.
“Nací aquí y lo perdí todo”, dijo Teresa Gisbert, residente de Sedavi, otra ciudad afectada por el desastre en los suburbios de Valencia. En su casa se ve una línea oscura de lodo de un metro de largo por donde ha penetrado el agua. “Nos dijeron ‘alerta de lluvia’ pero deberían habernos dicho de ‘inundación'”, lamenta esta mujer de 62 años.
” Error “
Este sentimiento de impotencia se convirtió el domingo en una avalancha de ira cuando el rey Felipe VI y la reina Letizia viajaron con Pedro Sánchez y el presidente conservador de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, a Paiporta, municipio considerado el epicentro de la tragedia.
“¡Asesinos!” ¡Asesinos! », gritaron los vecinos exasperados. Algunas personas arrojaron barro y diversos objetos contra la procesión, mientras se profirieron insultos contra el Primer Ministro y el Sr. Mazón, que fueron rápidamente evacuados por los servicios de seguridad. En extrema tensión, los soberanos recibieron barro en el rostro y en la ropa, un episodio sin duda sin precedentes en la historia de la monarquía española. Visiblemente conmovidos, pero impasibles, se quedaron durante una hora para hablar con los residentes antes de partir.