Desde el 1 de noviembre de 2024, solo se permite operar en Oslo a taxis 100% eléctricos. La ciudad impone esta nueva y estricta regulación para reducir las emisiones en las zonas urbanas, un cambio que sitúa a Oslo a la cabeza de las capitales ecológicas del mundo… pero que también implica numerosas ayudas a la compra.
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Una transición en 4 años
La decisión de Oslo de prohibir todos los taxis con motor de combustión se anunció en septiembre de 2020, proporcionando un período de transición de cuatro años para permitir a los conductores cumplir con las nuevas reglas. Sin embargo, estas regulaciones siguen siendo flexibles para viajes que salen de los límites de la ciudad.
A pesar de las solicitudes de los actores del sector para posponer esta obligación hasta 2027, alegando infraestructura de carga insuficiente, el consejo municipal mantuvo la fecha límite el 1 de noviembre de 2024. Hoy, las regulaciones exigen que todos los taxis que operan en Oslo sean libres de emisiones, una novedad en Europa para un capital de este tamaño.
Novège, todavía líder en el mercado eléctrico
Noruega ya está muy avanzada en la adopción de coches eléctricos. Para 2023, la tasa de penetración de los coches totalmente eléctricos en el sector del taxi alcanzó el 88% a nivel nacional, ligeramente por encima de la tasa nacional general de matriculaciones de nuevos coches eléctricos del 82,4%.
En algunas ciudades, esta cifra es aún mayor: en Bergen y Stavanger, todos los taxis nuevos matriculados en 2023 eran eléctricos. En Trondheim, el 97% de los taxis nuevos también eran eléctricos, y en Oslo esta cifra alcanzó el 90%.
Una transición que no se produjo sin ayudas e incentivos masivos
Otras ciudades importantes del mundo están recurriendo a políticas similares: Shanghai planea electrificar sus flotas de autobuses y taxis para 2027. En Europa, ciudades como Atenas o Londres están fomentando la transición a los taxis eléctricos mediante subsidios, pero sin una prohibición estricta de los motores de combustión.
Por el momento, esta iniciativa noruega sigue siendo única: Oslo es la primera gran ciudad europea que prohíbe completamente los taxis con motor de combustión.
Sin embargo, en Noruega, la compra de vehículos eléctricos está respaldada por un conjunto de beneficios económicos y fiscales, que convierten al país en uno de los líderes mundiales en materia de transición a la electromovilidad. En primer lugar, los coches eléctricos están completamente libres de IVA, lo que permite a los compradores ahorrar un 25% sobre el precio de compra y no pagar impuesto de matriculación, un ahorro que puede ascender hasta 90.000 coronas (unos 8.500 euros) según el modelo térmico. comparación.
Para fomentar aún más esta transición, Noruega ofrece peajes gratuitos o reducidos en muchas carreteras para coches eléctricos y plazas de aparcamiento gratuitas o con descuento en la mayoría de las ciudades importantes, incluida Oslo.
Los conductores de coches eléctricos también se benefician del acceso a carriles reservados para autobuses y taxis, para reducir su tiempo de desplazamiento en la ciudad.
Además, el país ha invertido mucho en una red de estaciones de carga públicas, gratuitas o con tarifas reducidas. Por último, las empresas que invierten en flotas eléctricas se benefician de deducciones fiscales, en particular sobre los costes de arrendamiento y el valor imponible de los vehículos de empresa.
La paradoja noruega
Por último, recordemos que existe una especie de paradoja noruega: aunque se encuentra entre los países líderes en términos de transición hacia la movilidad eléctrica y las energías renovables, Noruega es uno de los mayores exportadores de petróleo y gas del mundo. Esta financiación masiva de los coches eléctricos y su infraestructura fue posible en gran medida gracias a los ingresos petroleros del país.
El fondo soberano noruego, también conocido como Fondo del Petróleo, se financia con los ingresos fiscales de la explotación de petróleo y gas. Este fondo es uno de los más grandes del mundo, con activos que superan el billón de dólares, y sirve no sólo para garantizar la futura estabilidad económica de Noruega, sino también para financiar iniciativas verdes, incluidos subsidios e infraestructura para vehículos eléctricos. Como resultado, aunque el país está comprometido internamente con una transición verde, sigue dependiendo de sus exportaciones de hidrocarburos para financiar esta transición.